Brillos y oscuridades

Opacarse para hacer sentir mal al otro.

 

Charlando con mi tía, le cuento la experiencia con una vecina a quien siempre veía desarreglada, con sobrepeso, enferma, encerrada en la casa, quejándose de la vida y, sobre todo, de su marido, a quien detestaba.  Ambos hablaban mal el uno del otro, con rencor y resentimiento.  Él murió repentinamente y ella, aun en ese último instante, no tuvo ninguna palabra buena para él.  Pero la historia no termina allí…  Al correr de los días, la veo resurgir: bajó de peso, se cortó el pelo y se tiñó, se viste elegantemente, sale, es otra persona, brilla.

 

Mi tía me responde con otra historia muy parecida de una vecina que celaba mucho a su esposo, que vivía detrás de él controlándolo, lamentándose de la poca atención y afecto que le daba; era un “espectro” de consumida y mal que estaba.  Al igual que la otra, cuando él falleció, ella renació.  Aumentó de peso, se viste bien, sale de la casa, hace cursos, vive….

pobrecito

Aunque  hay unas cuantas interpretaciones para esto, una es que esas personas brillantes existían dentro de ellas pero no la dejaban salir para poder estar en sus papeles de víctimas, para hacer sentir mal al otro, para quejarse de lo terrible que la vida las trataba.  Es increíble el poder de la mente y de las experiencias no concientizadas, elaboradas ni sanadas.  Es un toque de atención porque todos tenemos estos aspectos, cada uno a su modo, pero que nos impiden liberar nuestro potencial para una vida plena.

Comparte:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

captcha

Sobre Diseño Humano

No te pierdas ninguno.

Suscríbete al boletín semanal

Recibe un email semanal con consejos, reflexiones y recursos, directamente en tu casilla de correo.

Categorías

Sígueme