Cruzar la orilla…

Te regalo "El libro del estío" de Ray Bradbury y una versión de "morir" adorable.

Al final de mi adolescencia, comencé a leer a Ray Bradbury y me fanaticé.  Compré todos sus libros y muchas situaciones y personas me hacían acordar alguno de sus cuentos.  Adoré su imaginación, su compasión, su humor, su forma de escribir, sus frases memorables.

Me gusta la ciencia ficción cuando reflexiona acerca de lo humano y lo divino, sin ninguna clase de limitación.  Bradbury hacía esto y por eso lo amé.  He elegido “El vino del estío” para regalarte (clickea en el libro y podrás guardarlo), porque es una colección de pequeños cuentos en forma de novela, que narra el despertar de un niño.  El descubrimiento de estar vivo, del miedo de los adultos, de la muerte; la ternura y la sencillez con que relata sus peripecias me acompañó muchos años.  Y siempre me quedó la forma en que la Abuela se fue…

 

vinodelestio

 

“Sola, la abuela se tendió cómodamente en la cálida playa de nieve de hilo y lana, de sábanas y mantas, y lo colores de la colcha eran tan brillantes como los banderines de los viejos circos. Acostada allí, se sintió pequeña, secreta como esas mañanas de ochenta raros años atrás cuando, al despertarse, acomodaba los huesos tiernos en la cama.

Hace muchos años, pensó, tuve un sueño y disfrutaba de él realmente cuando alguien me despertó. Ese día nací. ¿Y ahora? Ahora, veamos… Lanzó su mente hacia atrás. ¿Dónde estaba? Noventa años… ¿Cómo tomar el hilo de aquel sueño perdido? Extendió una manita.

Allí… Sí, eso era. Sonrió. Volvió la cabeza sobre la almohada hundiéndose más en la cálida duna de nieve. Así era mejor. Ahora, sí, ahora veía cómo el sueño se formaba poco a poco en la mente, con la serenidad de un mar que se mueve a lo largo de una costa interminable y siempre fresca. Dejó ahora que el viejo sueño la rozara y la levantara de la nieve, y la hiciese flotar sobre la cama ya apenas recordada.

Abajo, pensó, están puliendo la plata y revolviendo el sótano, y barriendo los pasillos. Podía oírlos vivir en toda la casa.

— Está bien -suspiró la bisabuela mientras el sueño la llevaba flotando-. Como todo en esta vida, es lo adecuado.

Y el mar la llevó otra vez a lo largo de la costa.”

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