Decisiones fundantes

“Me di cuenta de que, si yo no decido, los demás deciden por mí” fue la revelación de una consultante, la semana pasada.  Puedes pensar: “¡Qué obvio!”.  ¿Y cómo te va con eso?

La dificultad de ver lo obvio…  Estamos atravesados por decisiones continuamente.  Y alguien tiene que tomarlas.  Si no somos nosotros, otro lo hará.  O  la reactividad en nosotros, lo repetido y cómodo, lo no comprendido ni trabajado, los traumas iniciales en acción.

camino verde

Parece fácil dejarse llevar por la inercia.  El problema es que la bola de nieve sigue creciendo hasta que nos arrastra y nos asfixia.  Luego, no hay excusas ni justificaciones que valgan, porque somos responsables por nuestras decisiones… o no decisiones, que ya son decisiones en sí mismas.

Pensamos ingenuamente que, al no hacerlo, podemos echar culpas al otro y desentendernos.  No sólo es mentira sino que, para colmo, las consecuencias generalmente caen todas juntas.

Una de las principales razones por las que no tomamos decisiones es porque no nos creemos suficientemente capaces o fuertes o merecedores o lo que sea.  Sólo podemos convocar algo a nuestra medida, nada más grande que nosotros.  Justo para nuestra vibración esencial.  Esto significa confiar en que lo que desencadenemos será lo mejor para nosotros.  Este es el tema: tememos lo peor. ¿Y si comenzamos a creer que nuestra Alma desea nuestro mejor aprendizaje, desarrollo, evolución?  Cambia todo el panorama… 

 

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