¿Eres luminoso o iluminado?

El Sol es un cuerpo luminoso.  La Tierra es un cuerpo iluminado.  El primero emite luz propia, la segunda la refleja.  Se acostumbra llamar  “iluminado” a alguien que refleja la Luz de Dios.  ¿A partir de ahí, pasa a ser “luminoso” para los demás?

Este juego de palabras me ha tenido pensando en los últimos tiempos.  Pienso que, en el mundo que vivimos hoy, estamos irradiados por las crecientes exigencias de la sociedad, por las ofertas desbordantes del consumismo, por los cantos de sirena de los medios de comunicación, por tantas cosas, que estamos volviéndonos opacos, saturados de chisporroteos sin sentido.

abierto a la luz

El sábado, comenzó un año nuevo maya.  No soy seguidora de este calendario, pero tiene una expresión que me encanta: el tiempo es arte.  En el calendario occidental, el tiempo es dinero.  Cada vez más, observo personas completamente quemadas por su trabajo.  Deponen su familia, su salud, su expresión personal, todo por priorizar la fuente del dinero y del reconocimiento.  Entran en una vorágine que los consume y, cuando se dan cuenta, están al borde del colapso.

¿Es el dinero la luz que atrae cautivadoramente?  ¿Es el nuevo Dios?  Pareciera que sí.  Y a su altar arrojamos nuestros más preciados bienes, no sólo personales sino también planetarios: estamos destruyendo el ecosistema en su honor.

Enceguecidos por esta  luz externa, no podemos ver una que resiste a pesar de los vientos inclementes: la propia.  Nuestra luz interna espera ser identificada y reanimada.  De ella, surge lo que nos hace únicos, irrepetibles, soberanos por derecho propio.  El sol que iluminaría nuestras vidas con la más resplandeciente magnificencia no es tenido en cuenta… y así estamos…

Creo que es urgente volver la mirada hacia adentro.  Allí, encontraremos las soluciones y el potencial que tanto necesitamos.  Al conectarnos con nosotros mismos y teniendo confianza en la Vida, permitiremos que fluyan los recursos disponibles aquí y ahora.  Es ineludible comenzar a tener un enfoque sagrado del mundo, uno que se ha perdido en este reinado omnipresente del Ego en que se ha convertido Occidente, arrastrando al resto.

Y no me refiero a religiones ni fundamentalismos ni ilusorias visiones de Nueva Era.  Estoy proponiendo una integración concreta de cuerpo, mente y alma, de tierra y cielo.  Lo que no tenga en cuenta lo material y lo espiritual enlazados como uno, no tendrá entidad ni efecto.  De esta forma, podrá alumbrar el inconmensurable poder de Todo Lo Que Es.

Además, resurgiremos como luminosos, no sólo como iluminados.  Tendremos luz propia y ayudaremos a horadar las tinieblas en las que estamos sumergidos, a pesar de tanto brillo artificial.   Estos son tiempos increíbles, tiempos de recobrar el  poder que hemos delegado por comodidad y miedo.  Sumo mi luz e invoco la tuya: entre todos, la Tierra será también luminosa.

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4 comentarios

  1. Laura muchas gracias por tu entrega. Excelente tu comentario y quien lo lea seguramente sentirá una cuerda de su alma vibrar con el texto. Aunque sea pequeña será una chispa para volver a tener luz propia, así se encienden los fuegos, que finalmente dan luz. Beso grande Lucre

  2. Querida Laura,gracias,eres muy amorosa,
    precioso texto,entonces comparto mi “chispa”,para que tengamos es Gran Fuego del Espiritu
    Gloria

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