Nuestro cerebro se maneja con este sistema, en el que alguna cosa pasa al primer plano mientras el resto se mantiene esfumado. Reconocer esto es muy valioso para usarlo en distintas circunstancias:
– En lo físico, si nos duele algo por ejemplo, podemos restarle importancia poniendo atención en el cuerpo en general o en otras partes, para permitir su curación o debilitarlo.
– En lo mental, en vez de obsesionarnos con una idea, la apartamos del centro y ubicamos otras variables en la mira.
– En lo emocional, dejamos que una emoción perturbadora esté como una música de fondo mientras habilitamos que otras vayan fluyendo en la superficie.
Hay una verdad que sustenta esta estrategia: “aquello a lo que le ponemos atención, crece”. Si sacamos nuestra energía de lo que no queremos que continúe, estaremos “hambreándolo” para alimentar otra cosa que sea más beneficiosa. Pruébalo.