La Ley del Menor Esfuerzo o el placer de las pequeñas cosas

Cómo utilizarla para comprender la gratuidad de la vida y los pequeños placeres cotidianos.

El 80% de las personas están “cableadas” para hacer, para producir, para iniciar, para utilizar la enorme energía que tienen, lo que termina muchas veces en un constante ir y venir ineficaz y frustrante.  El otro 20% no tenemos energía, por lo que hemos aprendido cómo utilizarla de una manera eficiente e inteligente (y podemos ayudar a los otros a gestionarla, ya que nuestro propósito es guiar y mediar).

Acostumbrada a ciertos apodos (vaga, perezosa, haragana), pronto me di cuenta de que me venía muy apropiada la Ley del Menor Esfuerzo: lo fácil es bueno; menos es mejor que más; bien es suficiente.  Significa una enorme economía seguir estos conceptos en muchos campos:

 

  • No solo gastamos menos energía sino que protegemos al cuerpo de agotamientos, cargas y tensiones innecesarias.
  • Nos volvemos organizados, ordenados, seguimos objetivos claros en lugar de desgastarnos corriendo tras cualquier zanahoria, culpándonos y victimizándonos si no lo logramos.
  • Aprendemos a fluir con lo que hay, respetando lo que sentimos en vez de resistir y empujar.
  • Comprendemos que solo este “aquí y ahora” es real y soltamos el pasado, confiando en el futuro que estamos creando en el presente; esto libera a la mente y permite vivir en el cuerpo, lo que hace que disfrutemos mucho más.
  • Nos damos cuenta de que calmarnos y respirar en los momentos de caos y crisis es mejor que hacer cualquier cosa, estresados y sin rumbo.
  • Respetamos todas las formas de vida, dejando de explotarlas para nuestro beneficio.
  • Advertimos que somos parte de un entramado más grande; que la actividad sin sentido nos aleja de nuestro propósito individual; que somos guiados hacia nuestro bien mayor; que tomar tiempo para descubrirlo es fundamental.
  • Entendemos que el énfasis en la lucha; el esfuerzo; la superación de obstáculos, la exigencia desmedida, la competencia, el consumo exagerado; la persecución de logros, premios, likes y reconocimiento; el empeño por ser “alguien”, son consecuencias de una sociedad egoica, capitalista y patriarcal que no reconoce cualidades femeninas ni respeta la vida.

 

arbol rosa

 

Cuando dejamos de correr el día entero tras objetivos impuestos por el afuera y recuperamos un poco de tiempo para nosotros, algo fuerte sucede.  En principio, una gran inquietud, un desasosiego, una extrañeza, ¿quién soy cuando no estoy haciendo?  Si podemos pasar ese período, que implica una revelación luminosa de nuestra identidad verdadera, un mundo completo se abre, cercano a los pequeños placeres y la gratuidad de la vida.

Comenzamos a recuperar los ritmos cíclicos y primigenios, el contacto con la Naturaleza, los gozos del cuerpo, la intimidad con los seres queridos, las caricias y los abrazos, la percepción esencial e introspectiva de la vida, la calidez y plenitud de los sentimientos profundos, la conexión con lo divino.  Nada de eso requiere dinero ni esfuerzos.  Solo tiempo y ganas. 

Espero que no precisemos agotar la Tierra después de arrasarla para fines inútiles ni desfallecer de cansancio persiguiendo metas que no significan nada al final, para estar en condiciones de comprender que no necesitamos tantas cosas ni ser exitosos y perfectos (objetivos del Ego) y desaceleremos para seguir la Ley del Menor Esfuerzo.  Entonces, aceptaremos la conexión sagrada y fluiremos con lo que nuestro corazón guíe.  Comencemos ahora.

 

Puedes leer el libro LAS SIETE LEYES ESPIRITUALES DEL ÉXITO de Deepak Chopra (una de las cuales es la Ley del Menor Esfuerzo) aquí.

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