A veces, pienso que nos tratamos como máquinas: nos queremos reparar como si estuviéramos rotos o cambiar por otro modelo más moderno o usar en doble turno, sin el debido descanso o patearnos para ver si funcionamos mejor.
¡Pobre cuerpo! Denigrado como impuro por las religiones, esclavizado como destino consumista por la sociedad, tratado como propiedad por la familia, pocos comprenden su magia, su guía, su misterio, su belleza, su poder, su conexión con el alma.
En este instante, respira, siéntelo, agradécele, mímalo, abrázate amorosamente. Es tu amigo incondicional.
2 comentarios
BELLÍSIMO!!!!
GRACIAS
Te acompaño en el amoroso abrazo, Yubirí…