Hay una ética del resistir. Se muestra noble, loable, valiente, deseable en todo momento. “Erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel, soportaré los golpes y jamás me rendiré”. ¿Qué necesidad?, digo yo…
Es la norma del guerrero, de la energía masculina, del sistema patriarcal. ¿Quiero vivir así siempre? Definitivamente no. ¿Cuál es el problema con rendirse? ¿Con caer y descansar? ¿Con equivocarse y recomenzar? ¿Con ser sensible y abierto? ¿Con entregarse a la Vida? ¿Con fluir con los aprendizajes? Hay una ética femenina también, me parece. No reconocida ni valorada por el sistema. Prefiero el influjo de la Diosa.