¿Recurres a la alegría aun en momentos difíciles?

En una época en que casi todo estaba mal (no voy a aburrirte con odiseas antiguas), buscaba inconcientemente momentos en los cuales reírme. Me encontraba con amigos con muy buen humor y salíamos a comer (invitaban ellos porque yo no tenía un peso) o a tomar café y bromeábamos con cualquier cosa.  Tenía una amiga/vecina que tampoco estaba pasándola  bien y a la noche, después de pasarnos el parte diario de adversidades, terminábamos siempre buscándole la vuelta para reírnos de ellas.  Miraba todas las comedias de la televisión.  Me solazaba con pequeñas escenas en la calle que me inspiraban (niños jugando, flores, el sol brillando entre nubes).  Sobre todo, aprendí a reírme de mí misma y de mis dramas, porque, como dijo B. Franklin, la alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.

amigas

Hace poco, murió Joan Rivers, una vieja irreverente, increíble y resiliente que me divertía muchísimo.  Acerca de sus infortunios, decía que el humor la había salvado porque le permitía reducirlos a una medida que los hacía manejables… una actitud muy inteligente, ya que el drama los aumenta…

No se trata de reírse neuróticamente para “tapar” las cosas y penar por dentro, sino de comprender que el sufrimiento es opcional.  El dolor sucede y es inevitable (como el necesario período de duelo) pero aferrarnos a él, agregándole congoja constante, revela que no hemos podido encontrar la enseñanza y la evolución que trae como compensación, no hemos honrado a la persona o la situación con la comprensión, el perdón y el amor.

Frecuentemente, estamos enganchados de historias tristes que nos contamos y que recreamos todo el tiempo.  Así, pasamos de un drama al otro… y, lamentablemente, los humanos tenemos una facilidad enorme para redoblar la apuesta de las circunstancias difíciles y trágicas.  Terminamos poniendo nuestra identidad en ser los que luchamos sin sucumbir ante nada (¡resistiré!).  ¿Hasta cuándo?  ¿Cuál es la necesidad?

Por otro lado, contar una y otra vez las desdichas parece que nos alivia, que hacemos catarsis, pero la mayor parte del tiempo lo único que logra es que las resucitemos y volvamos a sentir lo que nos dolió.  De esta forma, las mantenemos vivas y no le damos la oportunidad de cerrarlas y comenzar algo nuevo.

Es necesario resignificar nuestro pasado, observarlo desde otra óptica (más integral y amorosa) y encontrar el significado profundo.  Y apreciar la alegría, el cariño y la ternura.  Pareciera que somos mejores si sufrimos (no por nada se valora más el drama que la comedia).  Podemos vivir, evolucionar y crear a través de la conciencia, de la presencia.  Y la alegría es una compañera indispensable.

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