¿Tus problemas son vendidos como soluciones por el sistema?

El sistema actual es el paraíso del Ego. Fue construido y es sostenido por sus temores e inseguridades. Por ello, conocer sus manipulaciones y desactivarlas es crucial. Recordar que somos seres espirituales, transitando una experiencia humana, nos pone en el contexto correcto.

“Al final, la mayoría de la cosas que me preocupan son producto de mandatos sociales”, concluyó Silvia, una consultante.  Estábamos elaborando su sobrepeso y los significados psicológicos.  Aún quedaba un hecho importante: la imagen que proyectaba.  Para la mayoría de los que la rodean, ella es hermosa y encantadora, sin importar sus kilos de más.  Para ella, son un infierno que la lleva a criticarse y juzgarse impiadosamente.  Pero, ¿cuánto de esto es una construcción social, un mandato de delgadez y atractivo que exige su tributo? 

El modelo corporal instalado empuja ya no solo a las mujeres sino también a los hombres, no solo a los adultos sino también a los niños.  En ciertos niveles, puede ser un mandamiento fuertemente asociado al éxito, a la aprobación, a la pertenencia y suponer una ventaja.

Los bienes materiales, las vacaciones, las ropas, las escuelas, las residencias, en resumen, el estilo de vida constituye otro requerimiento al que estamos sometidos, de acuerdo a la categoría socio-económica en la que estemos.

Silvia se está planteando seriamente si quiere seguir estando en una metrópoli tan estresante y enorme como Buenos Aires.  Una ciudad del interior puede representar una mejor vida para sus hijas, con menos agobio para ella y su esposo, con un contacto habitual con la naturaleza, con más tranquilidad y placer.

Cuando tenía alrededor de 25 años (hace unos 35), entré en una euforia de múltiples actividades que me resultaban muy gratificantes, pero, a la vez me hacían sentir apremiada y ansiosa.  Como tiendo a preguntarme qué hay debajo de lo que me pasa, pronto descubrí que la cultura estaba cambiando y nos pregonaba el “tenerlo y hacerlo todo”.  Asimismo, ponía énfasis en la rapidez y el cambio.  Los modelos de las publicidades vivían corriendo de un lado al otro, sonrientes, delgados y bellos, ocupándose de la casa, el trabajo, los amigos, los hobbies, el estudio… parecían poder con todo fácilmente.  Y, si no era tan sencillo, ahí estaban los energizantes, los sedantes, los analgésicos, los antigripales, los digestivos, las pastillitas salvadoras (no vaya a ser que perdamos un minuto enfermos o cansados…).

Cada vez con mayor insistencia y fuerza, estas pautas fueron introduciéndose subrepticiamente hasta minar la vida interior, la conciencia, el ser, para llevarnos al tener y el hacer.  La mayoría de los conflictos que sufrimos deriva de una concepción de la vida que nos lleva hacia afuera, hacia la superficialidad y el consumismo, hacia la velocidad creciente y el tamaño desmedido.  Nos hemos perdido de nosotros mismos y somos prisioneros de lo que se espera que hagamos y tengamos, de lo que nos han vendido como soluciones totales.

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Como observarnos y encontrarnos demanda tiempo y una conciente profundidad, tenemos la receta perfecta para continuar siendo llevados de la nariz por la sociedad en una espiral de vacío desacralizado.  “No tengo tiempo” es la excusa más escuchada (como “no tengo dinero”).  Sin embargo, sí lo tenemos para marchar detrás de lo que nos mercadean, sin reaccionar ni accionar distinto.

No voy a decir que es fácil.  Estamos atravesados por la cultura.  Continuamente, me pregunto si lo que quiero es un deseo mío o de lo que me venden.  Es una omnipresencia apabullante.  Algunos se defienden saliendo totalmente del sistema.  Cuando me di cuenta del cambio que se estaba desarrollando, leí que uno solo puede ser dueño de sí mismo e influir si está en los márgenes del sistema.  Si uno está adentro, está adaptado y, si está afuera, no puede hacer nada.  En los límites, uno puede usar lo que necesita, sin pertenecer, reteniendo el poder de decisión y creación.

El sistema actual es el paraíso del Ego.  Fue construido y es sostenido por sus temores e inseguridades.  Por ello, conocer sus manipulaciones y desactivarlas es crucial.  Recordar que somos seres espirituales, transitando una experiencia humana, nos pone en el contexto correcto.  Así, podemos centrarnos en nuestros aprendizajes y potenciales, mientras utilizamos los recursos de la sociedad para vivir cómodamente, sin creer que ellos son todo lo que hay.  Entonces, el Ser nos guiará y la Luz nos iluminará sabia y amorosamente.

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