Esta es una Matrix que le da a cada uno lo que cree.

Mi experiencia "espiritual" puede ayudarte a crear tu cosmovisión.

He estado en lo “espiritual” desde hace más de cinco décadas.  Y lo escribo entre comillas porque ese concepto ha ido variando enormemente a través de ese tiempo. 

Mi historia espiritual.

Desde pequeña, me interesé en lo religioso.  Concurría a un colegio de monjas e iba a misa dos veces por semana, además de la instrucción normal diaria.  A los catorce, en la escalinata de la iglesia, escuché a los feligreses, recién salidos de tomar la eucaristía, hablar pestes de los otros.

Ahí, estalló la contradicción entre lo que me enseñaban y lo que veía en todos los ámbitos.  Decidí no ir más a misa.  A partir de los quince, ya en Buenos Aires, comencé a leer sobre las demás religiones, filosofía, psicología, nuevos paradigmas, canalizaciones, etc.  Era una máquina de absorber información.

Además, comencé a poner el cuerpo. Fui a diversos servicios religiosos, me metí en sectas (de las que salí rápidamente), hice variadas meditaciones, tuve experiencias impresionantes, acompañé a mi familia en sus muertes (sabiendo cuándo se irían), me pasó de todo…


¿Cuál es la verdad?

También, tuve pacientes que atravesaban procesos parecidos. Cuanto más fuertes eran los temas, más dudas tenía. Siempre dudé. Una parte mía no se enganchaba, miraba desde afuera, como si fuera un espectáculo. Y lo era. Lo es.

En los últimos años, están surgiendo unas cuantas explicaciones al respecto. Algunas son muy antiguas y otras son más nuevas, algunas son lógicas y otras son bastante extravagantes. Hay público para cualquiera. Todas dicen tener la razón. No me interesa ninguna.

Ya agoté el disco rígido y no entra más nada. Así que puse a la mente en blanco y al cuerpo al mando. Y fluyo con las cosas. Aquí y ahora. Y resulta que “alguien” me lleva por lo que es mejor para mí. Fácil y sencillo. Así lo quiero. Y así es.

La conclusión obvia es que esta Matrix le da a cada uno lo que cree. 

Lo que sucede es que pocos se atreven a usar esa posibilidad. Algunos (y no voy a entrar a discutir quiénes) la están usando a su favor y, como es más simple seguir los dictados de la mayoría, ahí estamos siguiéndolos.

Es muy complicado desenchufarse de lo que, supuestamente, son las cosas.  Y crear una cosmovisión propia, viviendo de acuerdo a ello.  Estar dentro del sistema, sin pertenecer a él.  Tener claridad, permitiendo al Ser que nos guíe. 

Estoy en el proceso.  Observo.  Soy una observadora disidente, que fluye, trayendo soluciones prácticas.  No hay grandiosas experiencias, como antes.  No me importan.  Son juegos brillantes para distraer.  Solo hay pequeños milagros cotidianos, que me maravillan.  ¿Qué sigue?  No sé.  Eso es lo interesante…

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