Si no reconoces tu aporte, el mundo queda necesitado de él.

Aceptando tu individualidad, puedes brindar los dones que traes.

Hace un tiempo, estuve en una radio hablando sobre Diseño Humano.  En un momento, describiendo a los Tipos (Manifestadores, Generadores, Proyectores y Reflectores), la locutora me preguntó si se puede “progresar”, cambiar de uno a otro porque se es excelente en el propio.  Fue muy interesante, porque ese es un planteamiento muy del ego: siempre hay algo mejor ahí afuera, que no es uno mismo.

¡Ser tú mismo YA es un logro!

Vivimos condicionados por la familia, la sociedad, los grupos, el consumismo, de forma que nos cuesta muchísimo conectar con lo que es verdaderamente nuestro.  Es más, nos engañamos con que deseamos determinados éxitos (que harían feliz al ego), solo para darnos cuenta al conseguirlos que no llenan el vacío, que no tocan ese núcleo que demanda atención, propósito, autenticidad, dirección. Como dijo alguien: “Debes vaciarte de aquello con lo que estás lleno, para que puedas ser llenado por aquello de lo que estás vacío.”



Aceptarnos como somos.

Solo conocernos y aceptarnos es una labor inmensa.  Presionados por los modelos imperantes, esto nos lleva un tiempo que muchos no nos damos, lo que nos lleva a explotar en algún momento mediante una enfermedad, un accidente, una pérdida mayor, algo que nos conduzca al interior, a la existencia real de nuestra integridad.


Luego de la afirmación de nuestra originalidad, viene un tiempo de exploración y sustento que nos da la satisfacción, la paz, la felicidad de ser nosotros mismos, de poner en práctica nuestros dones y cualidades, de resolver nuestros desafíos.  Al hacerlo, comenzamos a reconocer el aporte que traemos y que es nuestra contribución a la comunidad.


Participar con lo nuestro.

El núcleo de esta cuestión es que, si no nos reconocemos, esa colaboración no se produce, el mundo queda carente de lo que pudimos dar.  Una verdadera pena.  El otro problema es que, aun admitiéndola, tendemos a subvalorarla.  Acostumbrados a la magnitud de la cultura del ego en la que vivimos, nuestra intervención debe ser mayúscula, distinguida, valorada.  Hay que hacer algo grande.  Una verdadera tontería.

Valorar lo que traemos.

Solo ser profundamente lo que somos, participar con lo que podemos es suficiente y necesario.  Muchas veces, “el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones”.  Si la buena acción proviene del ego, suele ser equivocada.  En la conexión sincera con Todo Lo Que Es, generalmente hay intenciones, pequeños gestos, caricias, presencias, acciones desinteresadas y pertinentes, que son más consecuentes y beneficiosas que las enormes o las que imaginamos.

Por ello, es imprescindible la tarea de conocernos desde la esencia, saber cuál es nuestro aporte individual, actuar desde el desapego, fluir con nuestra energía y la del Universo.  ¿Te estás limpiando, liberando de la noción de karma, renovándote y  reconectándote.?  Es muy fuerte y estresante pero es inevitable.  Colaboremos para que sea más simple.  Aquí estoy para acompañarte.

Para conocerte y saber tus dones, haz tu Carta de Diseño Humano.

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2 comentarios

  1. Qué hermoso artículo!!
    Gracias Laura por compartir con todos nosotros estas profundas reflexiones.
    Aunque son temas con los que me relaciono hace mucho, me encanta la forma en que los abordas y cómo expresas todo.

    Hoy me encantó lo de “si no nos reconocemos, esa colaboración no se produce, el mundo queda carente de lo que pudimos dar”.

    Gracias!!

    1. Muchas gracias, Vivían!
      Traemos dones maravillosos y podemos desperdiciarlos al no reconocerlos. Al hacer eso, nos sentimos carentes, que no somos importantes, que no valemos. Todos perdemos: nosotros y los demás, que no se benefician de ellos.
      Espero que disfrutes de ser tú misma y de tus dones. Te mando un luminoso abrazo.

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