Un año calendario es una construcción cultural. Si bien es cierto que tardamos un año en completar la vuelta al sol, hay diferentes inicios y formas de contarlo. En esta sociedad, estamos al fin de uno, lo cual trae determinados rituales y sensaciones.
En mi país, está caótico y con poco espíritu navideño. Y, para muchos, el saldo no es bueno ni espera uno mejor en el próximo. A veces, el exterior nos ayuda a levantarnos y otras nos tira abajo. Intercambiamos auras continuamente y no nos damos cuenta de cuánto nos afecta.
Creemos que con ser “positivos”, seremos inmunes. No existe eso. Somos parte de un todo. Es muy difícil no caer bajo el influjo general, pero es sano tener herramientas para preservarnos:
• Elegir las compañías.
• Alejarnos cuando nos sentimos mal (eso implica no tener a nadie en una zona del doble de nuestros brazos abiertos, como mínimo).
• Estar en contacto con la Naturaleza (aunque sea una plaza), descalzarnos y pisar la tierra, tomar sol, ingerir mucha agua, comer sin tantos procesados.
• Tener conciencia de nuestro espacio energético, realizando un Círculo de Luz a nuestro alrededor del ancho de nuestros brazos abiertos o imaginarnos en un huevo de Luz.
• Aceptar las emociones y pensamientos “negativos”; luchar contra ellos, contra el mundo, contra las adversidades solo genera más problemas; tratar de dejarlos pasar, de ir más profundamente y confiar en los potenciales maravillosos que traemos.
• Respirar, sentir los pies enraizados en la Madre Tierra, sentir la Luz del Padre Sol, no permitir que la mente ansiosa se adelante. Es Aquí y Ahora, en este instante ya tenemos lo que necesitamos y lo que no, lo aprenderemos y lo lograremos. Un paso a la vez, presentes, atraeremos lo necesario, nuestra Alma nos proveerá los recursos, nos guiará y nos protegerá.
