
Esta semana, me ha sido muy evidente que el mundo que conocemos está desmoronándose con prisa y sin pausa.

Y no estoy refiriéndome a acontecimientos mundiales, sino a situaciones personales que escucho y vivo. Esas estructuras que venimos manteniendo por pura inercia, tratando de tapar infructuosamente las grietas y los agujeros, ya muestran claramente su falta de propósito y apoyo.

No se trata necesariamente de armazones externas, también son las internas, esas que nos sustentaron tanto tiempo, sean reales o imaginarias. Y éstas últimas son las que más se notan y nos duelen. Por eso, deja de gastar energía en sostener lo insostenible. Toma conciencia, acepta, cambia. Como una hoja, cayendo, y renovando al árbol.
