Ayer, encontré algo de Ken Wilber con lo que me sentí bastante identificada: “La verdadera compasión patea traseros, parte rostros y en ciertos días no es agradable. Si tú no estás listo para este fuego, entonces encuentras al maestro new age de dulzura y luz, que sonríe todo el tiempo. Allí, aprendes a etiquetar a tu nuevo ego con términos espirituales altisonantes. Pero, aléjate de aquellos que practican la verdadera compasión porque ellos freirán tu trasero, amigo mío”.
Un poco drástico (al estilo Wilber, un autor que leía asiduamente hace tiempo), pero es cierto que mucho de lo que se considera espiritualidad es simplemente más ego, con una pátina de supuesta luminosidad. Pero, como dijo otro grande, Carl Jung, “Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz sino haciendo consciente su oscuridad”.
No es necesario partir rostros pero sí dejar de victimizarse con excusas de infancia y culpas a varios destinatarios para asumir lo que hemos creado para nuestro aprendizaje. Porque, al final, como lo expresó Osho: “La iluminación no es un logro, es comprender que no hay nada que alcanzar, ningún lugar adonde ir. Ya estás ahí, nunca te has alejado”. (hoy, estoy lenta, así que tomo prestado grandes frases de grandes maestros, jaja!).