En estos días, subí a Facebook este dibujo:
En una respuesta, aclaré acerca de los “dadores universales” y los “tomadores seriales” y cómo es necesario aprender el equilibrio entre dar y recibir. Alguien comentó que ese era un trabajo interno que tiene su proceso y le contesté que, efectivamente, es una labor porque es la síntesis superadora de la Dualidad.
No hay dudas de que estamos en el pico de ese asunto. En todos lados, las grietas son el panorama normal, generando discusiones inútiles porque nadie escucha al otro y se escuda en su parecer. Están los borregos ciegos que siguen al sistema y los esclarecidos que creen cualquier cosa que sea antisistema, los que siguen la corrección política y los rompedores de modelos, los violentos y los mansos, los veganos y los carnívoros, los tontos y los despiertos, y un sinnúmero más de categorías en las que, obviamente, todos tienen LA razón.
Siendo una mediadora, siempre me interesaron las polaridades (sobre todo, teniendo la Puerta de los Extremos), así que exploré mis bordes con entusiasmo y observé los de los demás con atracción. Después de varias escoradas descomunales y algunas amargas consecuencias, comprendí el encanto del equilibrio… y también la necesidad de no quedarme ahí… La Dualidad es una escuela en este mundo y no busca la armonía sino la superación.
Si lo vemos como un triángulo, la base contiene los extremos y el equilibrio en el medio, pero, en estos tiempos, necesitamos elevarnos hacia la tercera opción, la del vértice superior. Desde allí, podemos integrar los dos polos y encontrar otro recurso más pleno. Implica una contemplación totalizadora de los aspectos involucrados, sin victimizaciones, sin apegos a resultados específicos, sin expectativas egoicas.
Cuando vamos hacia la Unidad, abrimos la puerta a nuestro Ser Superior, a las respuestas integrales que manifiestan los mejores aprendizajes para todos los involucrados. Si hacemos esto por decisión propia y con confianza, nos alejamos del sufrimiento y la lucha para despertarnos a la comprensión, la abundancia, la gracia. Las resoluciones más evolucionadas están esperándonos, pero no aparecerán si no decidimos encontrarlas, abriéndonos a nuestra Alma.
Para hacerlo, un requisito indispensable es no querer tener la razón, renunciar al orgullo del ego por sentirse superior, más inteligente, más adelantado, más informado, más lo que sea. Vivir en la incertidumbre, en la duda, en el no saber, en lo que surge en el aquí y ahora y constituye una respuesta silente a una pregunta desesperada es arduo.
Las teorías cerradas, los gurúes omniscientes, los sistemas absolutos son muy seductores. Nos proporcionan todas las revelaciones en una creencia y nos dan la (falsa) ilusión de que estaremos seguros y protegidos. No existe eso. No sabemos. Punto. Para alguien con sus tres activaciones en el Circuito del Saber, te aseguro que es una gran declaración. Solo sé lo que sé en el momento y puede ser mentira después. Confiando en mi conexión al Ser, me dejo llevar por Él, sabiendo que lo que aparece es lo mejor para mí. Cada uno tiene su verdad y, entre todos, encontramos la Verdad. ¿Te sirve? Aquí estoy para acompañarte.