Vi un cartelito que decía que uno no debería arrepentirse de haberse portado bien con las personas equivocadas, porque esas buenas acciones hablan bien de uno y no de ellas. Me cansa esa “buenitud” declamada, porque observo diariamente los perjuicios ocasionados por ese falso sermón de que debemos ser buenos con los otros, sin importar nada.
Muchas personas (mujeres en su mayoría) creen que su “amor” cambiará al otro y que luego todos seremos felices y comeremos perdices. No es así. Hay mucha gente dañada y otros que directamente son perversos. La bondad no es tonta ni débil ni inconsciente: sabe poner límites y elegir.
Así que no aplican ni la prédica religiosa ni el supuesto “aprendizaje” espirituoso. ¿Por qué no aprender de formas menos sufridas? Alejémonos de los que dañan nuestro corazón. Seamos amables con nosotros mismos. Ah, y ser buenos no nos hará ganar el Paraíso. No hay Paraíso. Ni Infierno.