Aquí y ahora está la conexión a tu Alma: tu mente la bloquea.

Es un cambio total de paradigma: estar en el aquí y ahora del cuerpo.

Es frecuente escuchar la exhortación a vivir en el aquí y ahora.  Y nos  resulta muy difícil.  La razón es que nosotros existimos en la mente y su frecuencia es el tiempo lineal: pasado/presente/futuro.  Solo ella hace esto, porque la vida es un continuo Presente… y el cuerpo lo sabe…

Como le hemos dado prioridad a la mente, pero no nos han enseñado cómo manejarla, ella reina en medio del caos, de la ansiedad, de los recuerdos, de la incertidumbre, de las expectativas, de los traumas no resueltos.  Es una constante película, sin protagonistas ni dirección; solo reacciona a lo que surge y nos arrastra a las derivaciones neuróticas adquiridas.

En consecuencia, ese tiempo lineal termina siendo pasado o futuro, mientras el presente es apenas una automatización mal digerida.  La verdadera vida pasa por el cuerpo, pero lo hemos convertido en una máquina (eso sí: debe ser estética, bella, delgada) eficiente, todo terreno, que no se rompa (para ello están las medicinas).  En la cabeza, en lo alto, está la que dice qué hacer y, abajo, en lo inferior, está el androide que realiza.

El capitalismo está feliz con esta construcción tan perfecta, pero resulta que no es verídico.  Y el cuerpo se subvierte, estorba, grita, con síntomas, enfermedades, accidentes, caídas, lo que sea que vuelva la atención a la realidad.  Como la mente no hace, solo piensa con máxima aceleración, nos llena de proyectos, deberes, exigencias, complacencias, idealizaciones, devora insaciablemente las miles de posibilidades que existen y nos demanda que las concretemos.

Y aquí está el cuerpo, con su espantosa demora, tratando de cumplir: quince objetivos para el día, corriendo de un lugar a otro, se logró diez y la mente castigando sin piedad tanta ineficiencia (se podían nueve, pero no importa, aun así no son quince).  La locura que esto significa está mostrada en los índices de estrés, trastornos varios, enfermedades invalidantes, insatisfacción, agobio, vacío, acumulación de culpas y pendientes, etc. 

¿Cómo salimos de esta enajenación?  Volviendo al cuerpo y poniendo a la mente en su lugar.  No decide, no da dirección, no se entromete.   Esto es un cambio de paradigma total.  Es el cuerpo el que está conectado al Ser y al entorno.  Si no reeducamos la mente para que apoye esa conexión, somos prisioneros de las manipulaciones externas.  Lo que somos y hacia dónde vamos jamás tendría que ser su  ámbito, solo nos debería avalar armoniosa y entusiastamente.

La mayor aberración es que venimos formateados para que suceda así.  Tenemos GPS interiores, vinculados al cuerpo, para que podamos navegar este mar de fluctuaciones, pero no los usamos, porque le hemos dado autoridad a la mente.  Entonces, esas pequeñas alertas, esas sutiles orientaciones pasan desapercibidas en el caos cotidiano y, al final del día, solo nos queda la anarquía mental. 

Respira, siente el cuerpo, eres el centro de tu mundo.  Tu mente te pasea por el mundo de otros, del pasado, del futuro, de las idealizaciones, de los mandatos.  Nada de eso te sirve.  Respira, cierra los ojos un momento, siente tu energía, en conexión a Todo Lo Que Es.  Tú ya eres completo, íntegro, un Alma de Luz.  Déjate guiar.

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