
Como los Proyectores tenemos el rol de guiar, tendemos a hacerlo todo el tiempo, aportando “soluciones” sin parar… hasta que hartamos y provocamos rechazo, por lo que nos amargamos porque no toman nuestras “sugerencias” y así sigue el círculo vicioso…
Esto se resuelve fácilmente callándonos la boca, ocupándonos de ser mejores guías y esperando la invitación de los que nos reconocen como tal. ¿Qué te importa esto si no eres Proyector? Resulta que todo lo relacionado con opiniones, ayudas, y demás yerbas que impliquen aportar a otros tienen una estrategia Proyectora, o sea que no se pueden hacer si no se invita a ello.
Cuando nos metemos en la vida de los demás sin su permiso, no los dejamos encontrar sus propias soluciones, su propio camino, su propia guía interna. Los convertimos en pobrecitos, en víctimas, en inútiles, en dependientes.
Cada uno debe aprender a manejar su diseño, a resolver sus aprendizajes y brindar lo que vino a dar. Si necesita alguna ayuda, porque no le encuentra la vuelta, debe pedirla. Si vemos a alguien que le cuesta hacerlo, podemos “tirar un anzuelo”, en forma de una sugerencia; si el otro, se engancha, adelante; si no, a cerrar la boca. Cada persona tiene sus tiempos y sus procesos, no ayuda a nadie pretender acelerarlos o darle una información a la que todavía no puede acceder.