Analizando sus conductas con una paciente (argentina), me surgió esa frase (luego traducida a un español correcto). Nos han inculcado tanto que el amor todo lo soporta, que hay que poner la otra mejilla, que debemos estar para el otro siempre, sin importar nada, que terminamos creyendo que el amor es débil, permisivo, acomodaticio, estúpido. Por el contrario, es fuerte y sabe poner límites.

En realidad, el problema es que llamamos amor a un sentimiento de necesidad y apoyo, a una Conectividad que no comprendemos y que se da por distintos mecanismos (muy claramente mostrados en Diseño Humano), a una idealización inculcada por la cultura, que ha ido variando a través de los siglos. Nada de eso es amor. Creo que no sabemos realmente qué lo es y que sería imperativo que nos comencemos a replantear nuestra concepción.

Con esta perspectiva, la mayoría no recibimos el amor que necesitamos en la infancia y después salimos al mundo a buscarlo. Nuestro Niño Interno da cualquier cosa con tal de sentir algo que llene el vacío y, por eso, proyecta en otros (desde los padres hacia los amigos, los maestros, los jefes, quien sea) esa carencia y esa profunda exigencia de sentirse pleno y confiado. El camino de insatisfacción que comenzó en la infancia y continuó con los demás se cierra cuando comprendemos que solo nosotros nos podemos completar, al aceptarnos y amarnos así como somos. Desde allí, seremos capaces de tener vínculos sanos y nutritivos.

Cuando nos relacionamos con alguien, nuestro diseño “arma” un rompecabezas áurico con el otro, en el que se dan cuatro formas de conexión y cuatro modos de Conectividad (de dominio, de compañía, de atracción y de compromiso). No hay manera de escapar a esto, más que conocerlo y fluir con lo que elegimos o salir. De nuevo, no se trata de amor sino de modos específicos de contacto. No sirve luchar o querer cambiar al otro o a uno mismo, es lo que es y lo mejor es aceptar y aprender porqué terminamos ahí.

A lo largo del tiempo, la concepción del amor se modificó. Desde los distintos aspectos de los griegos, pasando por el amor cortés del medioevo y el romanticismo moderno, ahora le damos mucho más importancia. Por eso también, esperamos y demandamos más… sin tener consciente de qué se trata. Creo que el verdadero amor es una experiencia que se nos escapa todavía y que recién estamos comenzando a preguntarnos de qué se trata.

Lo que tengo claro es que no implica sacrificarse, imponerse, cambiar, sufrir, idealizar, exigir, aguantar lo que sea, resignarse, etc. Sí que inicia en uno mismo, en quitar los condicionamientos que traemos, en salir de la matriz de dolor y lucha, en conocernos verdaderamente, en conectar con el Ser que es Amor. Por supuesto, esto recién inicia y está en cada uno cómo lo encuentra. Hay tantos caminos como personas, pero el primer paso solo lo podemos dar nosotros. Te acompaño.
