
Soy una Observadora. No vine a hacer, así que me surge natural el observar el mundo, las personas, las tendencias. Una que es vieja, pero que se ha expandido con las redes sociales es la de sacar, con “buena intención”, el costado malo o carente de algo que es supuestamente bueno.
Un ejemplo: en Argentina, hay una enorme euforia por la Selección de futbol, cosa que ha pasado siempre. Enseguida, sale gente a decir que podríamos poner esa energía en cambiar lo que está mal en el país (lo cual es cierto, pero requiere de compromisos mucho más serios, a niveles personales y públicos, que solamente hinchar por unos jugadores) o que quieren tapar los desastres políticos con eso (como si fuésemos unos estúpidos que, a esta altura, no sabemos los usos de cualquier tema al respecto) o argumentos de ese tipo.
En los “despiertos”, se intensifica porque lo ven como una manipulación mundial para incrementar el dominio sobre la población zombie… como si eso no sucediera continuamente con cualquier asunto. Y como si ellos no estarían ocupados también en sus propias teorías, gastando energía en ver confabulaciones por todas partes…
En fin, cada uno derrocha su vida en lo que le parece. El problema surge cuando pretendemos imponer nuestra manera a los demás, tildándolos de dormidos, negados, ignorantes, controlados, en la queja constante y bien intencionada que no agrega valor. Me parece más productivo tener una visión propia y vivir de acuerdo a ella, desplegando el mayor amor y comprensión que se pueda (y es solo eso: una opinión).