
Cuando recuerdas algo, para el cuerpo no es ayer, es hoy. Para él, no existe el tiempo, es siempre aquí y ahora. Por eso, si cuentas una situación una y otra vez, con una cierta emoción, tu cuerpo la toma como algo que está sucediendo en ese instante. Traes el pasado al presente y lo recreas constantemente.
¿Cómo sales del círculo vicioso? Toma la experiencia y encuentra el aprendizaje, cambiando la energía a lo que te has dado cuenta. Por ejemplo, si en tu niñez te castigaban por dar tu opinión y lo relatas como que nadie te permite expresarte, estarás prisionero de ese hecho. En su lugar, puedes transformarlo en ese momento diciendo: “Eso fue antes, ahora tengo el derecho de manifestarme y lo hago desde lo mejor de mí”, mientras tratas de sentirte confiado y entusiasta.
No te saldrá muy bien al principio, pero se trata de perseverar hasta que lo hagas realidad. En realidad, esta es la única forma de cambiar algo: en el presente, cuando te estás dando cuenta. Si tomaste conciencia pero no haces nada, sigues diciendo y haciendo lo mismo, recrearás el pasado sin cesar.