Dietas, deudas y cómo enfocar mal la energía (con el Ego Espiritualizado)

Cuando soltamos las tontas y negativas presunciones del Ego, sus miedos y controles, todo se soluciona rápido y mejor de lo que pensábamos, aparecen oportunidades que no creíamos posible y adecuadas a lo que somos. 

 

Analizábamos con una paciente sus temas con las dietas a lo largo de su vida y, a pesar de que está descendiendo unos cuantos kilos, persistía el problema de esa suerte de yoyo que se ha instalado: baja, dura un tiempo y vuelve a subir.  “Hacer dieta es la mejor forma de subir de peso”, le comenté y se rió, porque es verdad; el cuerpo se acostumbra a ese péndulo y el rebote es cada vez peor.

 

Mientras hablábamos, recordé que, durante bastante tiempo, yo vivía endeudada (Centro del Ego Sin Definir: uno de los aprendizajes más fuertes es cómo ganar dinero, valorándose).  Mi primer objetivo en cada nuevo año era: “No tengo más deudas”.  Cuando parecía que ya estaba libre, “mágicamente” algo surgía y volvía al círculo vicioso.

 

Un día en que ya estaba harta de este panorama, viendo los resultados desastrosos en mi vida, se prendió la lamparita: ¡si ponía toda mi atención en las deudas, seguiría originando más!   ¡Era una exitosa creadora de deudas, no de abundancia!   Yo sabía el axioma de que, donde uno pone la energía, eso crece, en eso nos convertimos.  Pero, saber es solo información; hasta que no se hace experiencia, no cambia nada.  Ahora que me había dado cuenta realmente, que había bajado al cuerpo, el segundo paso era hacer un plan.  En principio, modificando mi forma de pensar, poniendo mi atención en ganar dinero, en valorar mi trabajo, en ampliar mis horizontes, en tener nuevos objetivos; luego, tenía que hacer un saneamiento de mis deudas, planificando cómo acabar con ellas.  En seis meses, ya estaba libre y ganando el doble; nunca volví a ese círculo.

 

 

¿En cuántas cosas estamos procediendo de esa manera?  El efecto compulsivo de pensar negativamente, de limitarnos, de juzgarnos inadecuados, de creer que no lo lograremos, finalmente tiene su resultado: construimos todo eso y mejor.  Y nada es más cierto que en lo referente a los miedos: “Convocamos lo que más tememos”.  No sucede como un castigo o como una norma; es para que los superemos y liberemos nuestro potencial (el miedo es el Gran Guardián de la Puerta).

 

Cuando examino estos temas con pacientes o consultantes de Diseño Humano, no paro de escuchar: “¡Pero es difícil!”.  Es una letanía que los sumerge en más de lo mismo, con la fuerza hipnótica de un mantra.  ¿No es suficientemente difícil YA?  ¿No están incrementando sus problemas cada vez más sosteniendo ideas y experiencias que los dañan, anulan y restringen?  ¿Cuántas excusas más pondrán para seguir cayendo (edad, dinero, sexualidad, familia, país y muchos etcéteras)?  Podemos cambiar hasta el final de nuestros días, tenemos la suficiente neuroplasticidad para hacerlo y, mejor, estamos apoyados y guiados por una Energía entrante que justamente quiere que pasemos al siguiente nivel.

 

Como escribí en una anterior entrada, si no hacemos un Plan de Vida, la inercia nos seguirá llevando de la nariz.  Pocas personas se dan cuenta de que son parte de un engranaje de un sistema que los prefiere dormidos, escuchando los cantos de sirena del consumismo y adhiriendo al modelo de actividad constante para ir a ningún lado.  Y aclaro que Despertar no es vivir en Disneylandia, no es un camino en donde nos aparece un halo de santidad y los problemas desaparecen de golpe.  No sucede con libros, sahumerios y buenas intenciones, con charla elevada y escondiendo la cabeza en la arena; eso es Ego Espiritualizado.

 

Es duro al principio, porque estamos transformando siglos de condicionamientos y malas interpretaciones y experiencias.  Pero la paz, la satisfacción, el reconocimiento de vivir desde el Ser verdadero no tiene precio.  Y, lo más importante, cuando soltamos las tontas y negativas presunciones del Ego, sus miedos y controles, todo se soluciona rápido y mejor de lo que pensábamos, aparecen oportunidades que no creíamos posible y adecuadas a lo que somos.  EL trabajo, LA gran labor sagrada no se trata de hacer cambios cosméticos en el afuera sino de reeducar la mente, conectar con la verdad, realizar pequeños pasos en lo cotidiano, poner la atención en donde deseamos, confiar (lo más complicado).  Desde allí, todo se puede.  Porque Todos Somos Uno.  Te acompaño.

 

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