
A pesar de tanta lectura acerca de cómo funciona la Matrix en la que estamos, en la realidad continuamos atados a sus postulados, pensando y viviendo nuestra vida desde ellos, en lugar de escucharnos y tener claridad acerca de lo que deseamos.

Un ejemplo, que charlamos con una paciente: había surgido un problema en su trabajo, por lo que comenzó a “abrir ventanitas”, como lo llamo, o sea a pensar en las posibilidades (la mayoría horribles) que podrían suceder. La mente está atada al sistema, procesa todo desde parámetros ya establecidos, ligados a la lucha y el sufrimiento, y ella estaba haciendo justamente eso.

Se lo comenté y le pregunté si tenía que hacer algo realmente, pidiéndole que contestara desde su Autoridad Interna (el Sacral, en su caso). Su respuesta inmediata fue un No, con un gesto de rechazo en la cara. Entonces, lo mejor era esperar a ver qué pasaba, sin hacer nada.

En la siguiente sesión, me contó que el supuesto problema había acabado tan pronto como se inició, y que era más bien una prueba de su jefe para evaluar ciertas cosas (que ella pasó al no reaccionar catastróficamente y hacer drama). Es un ejemplo menor, pero muestra cómo la mente nos puede llevar a panoramas desoladores, que no son reales, mientras nuestro cuerpo SABE.


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