Ayer, me encontré recordando esta frase, con un paciente, luego de años de repetirla… e internalizarla. Quizás, por eso ya no la digo mucho, pero seguramente la tengo presente cada vez que tengo una crisis y recuerdo la importancia de aceptar.
Como esta Matrix está basada en el sufrimiento y la lucha, lo primero que hacemos cuando tenemos problemas, enfermedades, angustias, inestabilidades o cualquier inconveniente es pelearnos con eso y comenzar a tratar de destruirlos.
Lo que conseguimos con eso es agrandarlos. Cuanto más los combatimos, más fuertes se hacen, y terminamos desperdiciando tanta energía y recursos que finalmente nos destruyen a nosotros, nos desgastan o se acaban solos. ¡Demasiado esfuerzo para tan poco!
Los momentos más decisivos de mi vida tienen relación con aceptar partes de mí, sueños que no se cumplirán, pequeños errores reincidentes y equivocaciones catastróficas, malas decisiones, todo eso que no queremos admitir porque nos provoca dolor, vergüenza o culpa.
Uno de los más catárticos fue el hecho de no tener hijos. Nunca me lo había propuesto en esos términos, pero en la realidad lo había evitado. A los cuarenta, cuando comencé con signos de menopausia, el tema explotó y tuve una crisis: ya no sería una posibilidad.
En medio de planteos, llantos y dualidades, me di cuenta de que no lo había querido. Esa era la verdad. No había sucedido porque no deseaba ser madre. En esa aceptación, respiré y lo asumí. Y jamás me arrepentí. He tenido unas cuantas situaciones parecidas, que son ocasiones fundantes de mi vida, en las que me apropié de lo que soy, deseo y hago.
Lo que aprendí de esas oportunidades es que yo estaba enganchada de modelos que no eran reales. Y no me refiero solo a los familiares o sociales, sino también personales. Entre los primeros, dejar empleos en multinacionales para labrar mi camino, en modo Prueba y Error, fue fecundo y creativo. Entre los míos, salir de las idealizaciones salvadoras e inmensas, fue humilde y amoroso.
La idealización, la ilusión, la expectativa, la ambición, la grandiosidad, el misionar, tantas cosas son productos falsos de la mente. Al igual que la desvalorización, la culpa, la victimización, la falta de límites, la comparación, etc.
La sinceridad implacable es una buena herramienta. Es parte del equipo de Conciencia. La mayoría de lo que decimos que somos y queremos es mentira. Son construcciones que nos disminuyen y coartan. Podemos discutir días sobre qué tipo de montajes son, pero no tiene sentido. ¿Cuál es la conexión que te hace sentir en paz, simple, amable, fluyendo, manifestando desde tu Luz? Ese eres tú.
¡Visita mi nueva página de Diseño Humano!
4 comentarios
Doctora Laura Foletto puedo expresarle que ha sido muy buena su explicacion sobre el tema de la Aceptacion. Creo que lo aplicare a mi vida personal pues estoy necesitando de ello. Muchas Gracias.
Es el mejor recurso, Hilda, porque liberamos mucha energía al hacerlo, en lugar de perderla luchando y teniendo expectativas inútiles. Tendríamos que vivir siguiendo nuestro diseño original y no los modelos que tomamos.
Gracias por tu comentario. Te mando un luminoso abrazo.
Qué cierto es todo lo que dices. Me siento tan identificada por tus escritos en general. Creo que es producto de que escribes desde la experiencia, transmites lo vivido con el alma.
Así es, Vivian! Yo vengo a transmitir mis experiencias y lo hago desde el alma. Te agradezco mucho que estés en sintonía y que me lo hayas hecho saber con tan hermosas palabras.
Te mando un cariñoso abrazo.