
El cuerpo necesita cuidado, bienestar, presencia, descanso. Nada más alejado de los ritmos frenéticos a los que lo tenemos acostumbrado en estos tiempos modernos. Consideramos que debe ser eficiente, rápido, inagotable, imparable, o sea una máquina, en una línea de producción.

Hemos terminado siendo un engranaje más, sin conciencia, sin objetivos individuales, sin satisfacción. Si no aprendemos a salir de la fábrica, nos espera el destino de las máquinas: ser tirados cuando ya no sirven más.