Analizando sus decisiones con un consultante, le comento que debe escuchar su intuición, no su mente. Le doy ejemplos y, de pronto, se sonríe y me dice: “Si lo hubiese sabido años antes, ¡cuántos dolores de cabeza me hubiera ahorrado!”. Y sí…

Nos inculcan que tenemos que pensar para decidir, pero resulta que esa no es la mejor opción. Por tres razones: la primera es que nuestra mente está colonizada por el sistema, todo lo que normalizamos son patrones y creencias que nos limitan y organizan de una cierta forma, para que sirvamos a intereses que generalmente no son beneficiosos para nosotros.

La segunda es que la mente vive en el tiempo lineal (pasado/presente/futuro). Por ello, divaga entre las culpas del ayer y las ansiedades del mañana, perdiéndose de lo que le trae el hoy, rumiando cosas que no sucederán, persiguiendo lo que le venden como “imprescindible”.

La tercera es que existe en la Dualidad: siempre hace listas de Pros y Contras y nunca deja ir ninguna parte; es más, disfruta abriendo variantes, que solo complican sin aportar. Así, termina llena de contingencias, paralizada por los miedos.

¿Por qué se sonrió mi consultante? Porque recordó las veces que su cuerpo le alertó que no se metiera en ciertos asuntos o con algunas personas y él no le hizo caso. Como no había “razones”, escuchó a su mente y luego ya era tarde. El cuerpo avisa, pero no da explicaciones; no puede.

Hay distintas formas en las que nos ayuda a decidir:
– a través del instinto y la intuición,
– de cuándo involucrarnos energéticamente (estos son del aquí y ahora),
– de los vaivenes emocionales (esto requiere tiempo),
– de la fuerza de voluntad y de la inspiración del Ser (estas son más complicadas, pero también se sienten en el físico).

Son decisiones fiables y certeras. No quiere decir que todo será perfecto y maravilloso, sino que responderán a nuestra individualidad, y que se transitarán más fácil y fluidamente, sin las resistencias propias que crea una mente embarullada y manipulada.

Estamos tan controlados por ella, que ni siquiera se nos ocurre otra alternativa, por lo que seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez, sin aprender, porque la mente nos usa, los pensamientos repetitivos nos llenan los días, los temores nos coartan la libertad de ser nosotros mismos.

Eso hace difícil escuchar nuestro cuerpo y desconfigurar las ideas que nos introdujo el sistema, pero es el gran trabajo a realizar. Debemos sembrar pensamientos propios, que nos sirvan y motiven. Es paradójico que la mayoría tenga esta aptitud y no la aproveche, así como la oportunidad de decidir desde su conveniencia y tampoco la aplique.

En Diseño Humano, esa posibilidad se llama Autoridad Interna y depende de los Centros (Chacras) Definidos que tengas. ¿Cuál es la tuya? ¿La conoces y la sigues?

Para hacerlo, haz tu Carta de Diseño Humano: www.abrazarlavida.com.ar/diseno-humano