
Si un hijo es afirmado desde pequeño a seguir su esencia y a fluir con sus estrategias naturales, tendrá una vida en la que se aceptará y amará a sí mismo, lo que redundará en una facilidad para hacer su camino que nosotros nunca tuvimos.

Tendrá autovaloración y confianza en sí mismo; sabrá decidir correctamente; reconocerá su aporte individual, sin necesidad de compararse con los otros; sabrá de sus dones y fortalezas, así como de sus aprendizajes y desafíos; poseerá la seguridad necesaria para ocupar su lugar en el mundo y ser próspero; adquirirá las herramientas para sumarse al mundo siendo él mismo.

Para los padres, sirve para entender las diferencias entre los hermanos (y/o los demás chicos) y respetar la individualidad de cada uno; liberarse de la culpa de no saber cómo guiarlo y también de usarla como recurso (con su consiguiente daño); reducir las tensiones familiares, disfrutando de relaciones más respetuosas y amables; conocer cómo guiarlo sin manipularlo; entender verdaderamente porqué su niño es único.
