Seguramente, escuchamos (y dijimos) mucho esta frase como una motivación para otros (o para nosotros mismos). Está como instalado que, si alguien pudo realizarlo, todos pueden. ¿Es tan así?

Hay motivadores profesionales, que basan su charla en los desafíos que atravesaron, triunfantes, para promover a los demás que consigan los suyos. Los artistas o deportistas suelen hacerlo bastante: cuentan sus luchas y luego lanzan la incitación. La realidad es que la mayoría queda en el camino, son muy pocos lo que llegan a esos niveles.

La verdad es que somos distintos. Cada uno de nosotros viene con un diseño individual, que dicta bastante de su comportamiento. Hay personas con una fuerte voluntad que es imposible para otros, o con dones de liderazgo que pocos tienen, o con facilidades creativas inusuales. Ese plus que poseen los ayudan a lograr metas, a pesar de las dificultades.

En el fondo, es al revés: muchos vienen con diseños muy interesantes, que desperdician por los condicionamientos familiares y sociales y/o porque sus aprendizajes les estropean sus potenciales. Me he cansado de ver personas con grandes dones que ignoran o despilfarran y otras con pocas posibilidades que han hecho maravillas con lo que trajeron, adquiriendo sabiduría en sus vivencias.

Está bien proponernos un modelo o tomar ejemplos de quienes admiramos, pero cada uno tiene su propia forma de lograr satisfacción, reconocimiento, paz, éxito, o lo que desee. Y ello viene de la mano de ser uno mismo, de aprovechar al máximo lo que viene como regalo de vida, tanto como de aprendizaje. No hay otra manera de verdaderamente sentirse realizado.

El problema es que vivimos en una sociedad exitista, veloz, consumista, que propone modelos brillantes y felices, que luego caen bajo la presión enorme del sistema… para ser sustituidos vertiginosamente por otros… La cantidad es la gran variable: todo tiene que ser gigantesco, hermoso, variado, colorido, glamoroso, cuanto más grande, mejor; y cuanto antes, mejor. Total, se puede quemar rápido que ya hay repuesto.

Todos somos productos. ¡Tú también puedes! No.
Tú puedes lo que tú puedes. Yo sé darte mis ideas, mis experiencias, mi ejemplo, y quizás te sirvan… o no. Debes encontrar los tuyos. Si te coacciono con mis logros, no te estoy escuchando, no estoy ayudándote a ver tus aptitudes y hacerlo a tu manera. Debes conocerte y saber tus potenciales.

Seamos conscientes o no, todos estamos impregnados de los modelos sociales. Y vivimos presionados por ellos, creyendo que nuestros logros son pobres, inútiles, faltos de brillos, que tenemos que hacer más. Así, corremos todo el día detrás de metas que no nos llenan, pero hay que alcanzar; o acelerados tras el algoritmo por algo que amamos, pero que se transformó en una carga por seguir “lo que hay que hacer”.

No tiene que ser grandioso ni heroico, sino simple y próspero. Nuestro éxito está identificado con ser quiénes somos, con seguir nuestras estrategias, con superar los miedos inculcados, con dejar de creer que luchando se consigue todo, con descreer del sistema, con tener claridad en qué y cómo deseamos vivir, con confiar en nuestra aura. No lo dudes: tu aura habla más fuerte que tus palabras. Ella atrae con lo que tú eres y crees.

Para conocer tus potenciales y aprendizajes, haz tu Carta de Diseño Humano. www.abrazarlavida.com.ar/diseno-humano