La forma en que respiras, te paras, te mueves dice mucho de tu estado de ánimo. Los demás lo leen y reaccionan a ello.
Si estás con los hombros caídos, el pecho hundido, los brazos laxos o cruzados, respirando superficialmente, estás enviando un tipo de señal a los otros y, más importante, a ti mismo.
Para los demás, eres como un imán, que terminará atrayendo predadores. Para ti, el cuerpo se siente como una carga y el ánimo como una nube negra, llena de pensamientos oscuros y emociones abrumadoras.
Cambiar la actitud corporal te puede sacar de ahí rápidamente. Obviamente, debes trabajar tu interior para no caer en situaciones complicadas y vivir desde lo más negativo, pero te servirá comenzar a observar, sentir y transformar tu físico y, en consecuencia, el resto.
Percibe los pies firmemente apoyados en el suelo, abre el pecho, siente los hombros como alas, mira al frente, respira desde el abdomen, descárgate, toma Energía Luminosa (en el próximo post, encontrarás una secuencia rápida y efectiva). Comienza ya.