Le dije esto a una paciente que insiste en hablar (y hablar y hablar y…) con su esposo acerca de un tema, en lugar de hacer algo que siente un precedente y lo sostenga.
Las mujeres creen que hablando todo se soluciona. Los hombres creen en las acciones. Esto es muy esquemático y hay excepciones, pero funciona así en la realidad. Entonces, ese continuo planteamiento y explicación y palabrerío se convierte en una cháchara que nadie escucha, que cansa y que no lleva a nada.
Esto también es cierto en la terapia o en los cambios. No se trata de hablar interminablemente, haciendo arqueología del pasado, sino de poner en acción nuevos paradigmas. La conversación debe ser puntual, clara, precisa acerca de lo que se desea. Y luego llevarla al acto. Lo demás es masturbación mental.