Hace mucho tiempo, tenía un consultante psicólogo y trabajamos un tema que lo preocupaba. Cuando encontramos la solución, se quedó pensando y me dijo: “¿Y ahora qué hago con esto?”. Yo no entendí y le respondí que nada, que tomara el aprendizaje y siguiera adelante. Entonces, entre aliviado y confundido, me contestó que su teoría era que no se sale de las cosas, sino que se las “atraviesa”.
La semana anterior, otra consultante psicóloga me hizo el mismo comentario. Vino con una angustia que no lograba sacarse de encima, que le presionaba el pecho, y que le duraba años. Hicimos una labor con ello, le di recursos para que cambiara su actitud corporal y mental al respecto y un día me dijo: “¡Se me fue, ya no lo siento!”.
No podía creer que remitiera tan rápido. Pensaba que ELLA tenía un problema que no conseguía resolver, porque su TEORÍA era que esos temas no se van nunca, solo se los atraviesa, por lo que esperaba que disminuyera, pero no que acabara.
Me reí y le dije que mi teoría era que sí hay que atravesarlos (no negarlos o taparlos), pero para SALIR, no para que se constituyan en una travesía dolorosa, con pequeñas paradas agradables, pero interminable.
Si bien existen personas con traumas enormes o problemas psiquiátricos que necesitan medicación, la mayoría tenemos la posibilidad de liberarnos de las experiencias infantiles, resignificarlas y aprender nuevas actitudes y herramientas para expresar nuestro diseño original y único, disfrutando la vida.
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