Cuando se tiene un poco más de conciencia y se comienza a observar el mundo que nos han inculcado, algunos buscan cambiarlo y, llevados por el paradigma imperante, usan la lucha como manera para lograrlo… con lo que lo único que consiguen es contribuir a mantener las situaciones como están, porque agregan su energía combativa a la que ya existe. Resultado Cero, o peor, más goles para el sistema.

Hacemos esto con todo, no solo con estructuras obsoletas e inservibles, sino con personas a nuestro alrededor: “por su bien”, las coaccionamos a que se transformen, a que sean mejores, a que comprendan sus equivocaciones, a que sean… como nosotros queremos, así nos sentimos más bondadosos y tranquilos, o sea les pedimos que cambien para que nosotros seamos felices. Si te parece que no eres así, piénsalo mejor.

Tú te haces lo mismo. Comienzas a ver todo aquello que es “malo”, que no condice con el ideal que te has propuesto, que no llena el modelo que tus lecturas y gurúes te persuaden, y te peleas con eso, te divides internamente entre lo que es y lo que deberías ser, creando una lucha que te desgasta y no te permite vivir en paz.

Hace mucho tiempo, escuché la frase: “Las cosas se caen por su propio peso”. Me atrapó inmediatamente, porque tenía relación con una idea que venía trabajando: ¿cómo lo hago fácil, como salgo del círculo vicioso de lidiar conmigo misma, cómo dejo de maltratarme continuamente? Decidí que no le daría importancia a ese cúmulo de quejas y mensajes hirientes y me concentraría en lo que quería lograr. O sea, dejaría de alimentar al monstruo, a fin de matarlo de hambre, y nutriría con esa energía a mis mejores aspectos.

¡Y funcionó! La clave está en saber manejar la mente. Esto es algo que nadie nos enseña, ya que crecimos dejando que ella sea la dueña y señora de nuestra vida, que se alimente de cualquier estupidez, de cualquier negatividad, y se obsesione o se amplifique con lo peor que anda circulando. A nadie se le ocurriría permitir que “la loca de la casa” destruya la casa, pero en nuestro interior eso no ocurre: la mente nos destruye cada día y la dejamos hacerlo impávidamente.

Cuando aprendemos a frenarla y sustituimos esos pensamientos por los que nos traen bienestar y paz, hacemos un enorme progreso. Obviamente, no sucede enseguida y tenemos que saber qué queremos; de lo contrario, volvemos a lo mismo. Primero, debemos ser claros hacia dónde deseamos ir, cómo queremos ser, vivir, relacionarnos, disfrutar, qué es lo importante y qué no. Así, el proceso de reemplazar nuestras ideas dañinas por otras se hace más sencillo. Y de allí, deviene la labor con nuestras emociones, con nuestro cuerpo, con los vínculos, etc.

La peor decisión es la de luchar contra lo que no nos gusta, porque perdemos toda energía y motivación en ese juego. Al concentrarnos en las metas, la estructura se cae por su propio peso. Esto es muy claro en estos momentos en el mundo: las estructuras tribales ya no son significativas ni sirven al propósito inicial. Pelear contra ellas es inútil y nos perdemos en esa acción improductiva.

Se caerán solas a su tiempo. Pero, mientras, ¿qué estás construyendo, qué cosa nueva traes, cuán creativa y amable es, qué estás empoderando e iluminando? Si solo estás denigrando a los que no llegaron a tu “nivel”, si te desgastas mostrando solo lo malo, si no propones nada distinto, no solo con tus ideas sino con tus acciones, con tu comportamiento, entonces estás cayendo con el mundo que es, sin contribuir al que vendrá. ¿Eres un rayo de luz en la oscuridad o eres más oscuridad disfrazada de brillo, le estás dando espacio a tu Alma o eres ego espiritualizado? Concretar lo primero lleva tanta energía que no te deja tiempo para perderlo en lo segundo.


5 comentarios
Muy interesante reflexión
agradezco mucho
Bendiciones
Gracias, José Luis! Espero que la pongas en práctica.
Un fuerte abrazo.
Me alegro que te haya servido, José Luis.
Te mando un fuerte abrazo.
En general, leo los boletines de Laura. Pero, estoy en una etapa en qué no valoro lo bueno que hago. Me victimizo y me enojo conmigo. He tenido problemas, pero creo que, en lugar de buscar soluciones, a veces me siento una inútil y no actúo para resolver lo que me hace sentir mal.G
Gracias por leer mis Boletines, Ana Lía. Si estás viendo el problema, poné en práctica las soluciones que ya tenés o que podés aprender. Lo demás es una victimización que no nos sirve y en la que todos caemos. Todo comienza por un paso… y a seguir caminando!
Te mando un luminoso abrazo.