El lunes, comenté acerca de que el ego es una comunidad de Aspectos, que se arrogan el derecho de llamarse YO. Todos nos identificamos con él, sin tener claro de qué se trata realmente…
Si uno de tus aspectos es “positivo”, te sientes orgulloso de él, lo muestras o esperas que lo aprecien: eres generoso, divertido, inteligente, trabajador. Pero, si el aspecto es “negativo”, tratas de esconderlo o negarlo, porque los demás te verán mal o no te querrán (es lo que cree el ego/niño interior).
Si eres arrogante, por ejemplo, lo ocultarás, porque los otros desaprueban eso. ¿Qué hacer? En principio, aceptarlo. Todos somos un combo con los mismos ingredientes, que solo cambia en los porcentajes. Sin importar si eres 10% o 70%, todos tenemos algo de eso (en la dualidad, no hay 100% de nada).
En segundo lugar, te preguntas la razón por la que podría estar tan presente este aspecto. Quizás, es porque te sientes inútil o tonto y sacas al arrogante para encubrirlo o defenderte o sentirte mejor.
Si trabajas en ello, puedes llegar a darte cuenta de que eres lo suficientemente capaz e inteligente para lo que necesitas. Poco a poco, al pararte en ese lugar, va creciendo tu confianza y autoestima y ya no necesitas del arrogante, ya no precisas darle voz ni alimento.
Entonces, lo envías al fondo de tu comunidad, sin denigrarlo, solo agradeciéndole que te haya permitido tomar conciencia de tus capacidades, de que haya sido la posibilidad de aprender acerca de ello.
Cada polo negativo es una oportunidad de conocer el positivo y de tener un ego que sea instrumental, útil, que ocupe su lugar y no el del Ser, que es tu Yo Real.
