Crisis: de las olas confusas a la marea profunda.

Confiar en el Ser.

Una amiga argentina está visitando a su hijo en Australia.  Me pregunta cómo estamos aquí…  ¿Qué contestarle?  ¿Atravesando la 83746469 crisis?  ¿Viviendo con incertidumbre, inseguridad, temor, esperanza, expectativa, confusión, agitación, calma y otros etcéteras?  Las olas de la superficie se mueven alborotadas y caóticas…

A la noche, fui a cenar con otra amiga del mismo grupo.  Estábamos en una burbuja, en un lugar precioso, tranquilo, disfrutando una noche lindísima, charlando de todo un poco, abriendo el corazón.  Las olas profundas se mueven lenta y metódicamente. 

¿Para qué sirve la crisis?

Todo forma parte de una misma “realidad”.  Obnubilados por el exitismo o por las crisis, pensamos que todo debe subir continuamente y no vemos lo evidente, lo que la Naturaleza nos muestra cada día: los ritmos.  Por ejemplo, el de la contracción y expansión, como la del flujo y reflujo del mar.  Nos ponemos ansiosos cuando la marea se retira.  Hay razones para esto: reflexionar sobre lo que estamos haciendo, disponer nuevas metas o reforzar las existentes, descansar, instalar ciertas cualidades, soltar o finalizar algo, prepararnos para algo más grande, aislarnos para preservarnos o cuidarnos, etc.

Nos falta confianza.  Una virtud cardinal, desconocida para el Ego.  Él solamente sabe de controles.  Tiene que escanear el entorno para vislumbrar cada posible amenaza, problema, traba, molestia, sin darse cuenta de que las está creando con su enloquecida actividad.  Porque el Ego no sabe de fluidez y serenidad, tiene que estar operativo, en movimiento incesante para…, para… no sabe para qué, porque ya se fue por las ramas y se olvidó el para qué. 

Entre el Ego y el Ser.

Ese es el problema.  El propósito, la existencia, el devenir nunca pueden estar digitados por el Ego, porque él es un instrumento para la acción, no el eje de nuestra vida.  Las mareas profundas que nos movilizan provienen del Ser, las olas superficiales son las agitaciones del Ego.  Por lo tanto, debemos ir a lo hondo para saber quiénes somos, cómo deseamos expresarnos, qué oportunidades atraeremos, qué decidiremos ante las situaciones, etc.  Una vez que lo vamos descubriendo (y esto es un proceso, no una opción cerrada y definitiva), lo iremos concretando con confianza.

¿Qué significa esto?  El Ego piensa que tiene que construirlo desde la nada, que debe esforzarse sin tregua para lograrlo, luchando contra todo y todos para superar las adversidades que seguramente encontrará… y cuando ellas vienen fuertemente del afuera, más se asusta.  Hay otra forma.  El Ser ya es y tiene los medios para materializar su acontecer.

Confiemos.

Desde la muy restringida visión del Ego, todo parece limitado.  Se desespera porque no puede evaluar más que lo que ve e imagina (escenarios catastróficos seguramente).  El Ser posee el vasto potencial de lo ilimitado y genera lo que es lo mejor para nosotros, para nuestro aprendizaje y evolución.  Cuando podemos confiar en él y nos dejamos llevar por su mano, todo es fluidez, creatividad y plenitud… incluidos los reflujos. 

Finalmente, confiar es descansar en el Ser, aceptando su amorosa guía.  Es caminar firmemente enraizados en la Tierra y sostenidos por la Luz.  Es vivir desde el centro del Amor.  

Comparte:

2 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

captcha

Sobre Diseño Humano

No te pierdas ninguno.

Suscríbete al boletín semanal

Recibe un email semanal con consejos, reflexiones y recursos, directamente en tu casilla de correo.

Categorías

Sígueme