El tema de esta semana no podía finalizar sin el duelo mayor: por nosotros mismos. A medida que pasa el tiempo, la idealización que teníamos acerca de quiénes somos se comienza a difuminar y la seguimos sosteniendo con uñas y dientes porque creemos que constituye una identidad. No lo es.
La mayoría de lo que creemos ser está definido por condicionamientos familiares y sociales. Como la Tribu desplaza a los que no siguen sus leyes, nos sacrificamos en ese altar y dejamos de lado nuestra genuina contribución. Pareciera que ahora eso no funciona, que somos más “auténticos”, pero simplemente el sistema se hizo más sofisticado e implantó nichos de mercado diferenciados para crear la ilusión de la individualidad.
Cada Tribu tiene sus características y nos sentimos cobijados por sus códigos, pero la verdadera individuación es personal, es un asunto de Conciencia, de labor interna, de romper con el enorme dominio de las influencias externas. Traemos un “filtro” que nos pertenece en esta encarnación y es útil ser lo más fieles a él, ya que nos facilita el proceso de ser y existir en este plano y, sobre todo, de conectar con nuestro Ser.
Cuanto más lejos vibremos de este filtro, más manejados estamos en nuestras áreas abiertas, menos nos relacionamos con nuestros dones y fortalezas. Él nos permite fluir sencillamente con la Matrix, vinculándonos con la Luz que somos. Por ello, hacer el duelo de lo que creemos nuestra identidad (el ego tomado por el sistema) es un gran paso para disfrutar Ser.
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