Me gusta ver los Juegos Olímpicos. Los tengo de fondo continuamente y miro lo que me interesa. Los voy a extrañar cuando terminen.
Amo la gimnasia rítmica y artística, el nado sincronizado, el tiro al arco, los clavados, el atletismo y otros, que generalmente son individuales. No me engancho con los juegos en equipo, aunque son los que más pasan en la televisión.
Siempre, tengo una sensación dual con los atletas de alto rendimiento, al igual que con los bailarines o aquellos que llevan el cuerpo a su máximo y más allá. Por un lado, los admiro profundamente, porque llegar a esa excelencia implica muchísimo esfuerzo, disciplina, compromiso, renuncias, etc.
La belleza y el arte que demuestra una gimnasta haciendo cinta, por ejemplo, son sublimes. Me pasa algo parecido con el patinaje sobre hielo. Me parecen la culminación del espíritu humano, porque conjugan cuerpo y mente en un resultado estético y técnico impresionante.
Es cierto que esa exigencia termina en un cuerpo generalmente desgastado o destruido, pero, cuando es por elección, el saldo es una satisfacción inigualable. En tiempos en que pareciera que la vulgaridad y la inmediatez priman sobre todo, observar a estos jóvenes me encanta.
Me gustó ver los Juegos Olímpicos. Los tenía de fondo continuamente y miraba lo que me interesa. Los extraño.
Amo la gimnasia rítmica y artística, el nado sincronizado, el tiro con arco, los clavados, el atletismo y otros, que generalmente son individuales. No me engancho con los juegos en equipo, aunque son los que más pasan en la televisión.
Siempre, tengo una sensación dual con los atletas de alto rendimiento, al igual que con los bailarines o aquellos que llevan el cuerpo a su máximo y más allá. Por un lado, los admiro profundamente, porque llegar a esa excelencia implica muchísimo esfuerzo, disciplina, compromiso, renuncias, etc.
La belleza y el arte que demuestra una gimnasta haciendo cinta, por ejemplo, son sublimes. Me pasa algo parecido con el patinaje sobre hielo. Me parecen la culminación del espíritu humano, porque conjugan cuerpo y mente en un resultado estético y técnico impresionante.
Es cierto que esa exigencia termina en un cuerpo generalmente desgastado o destruido, pero, cuando es por elección, el saldo es una satisfacción inigualable. En tiempos en que pareciera que la vulgaridad y la inmediatez priman sobre todo, observar a estos jóvenes me encanta.