La “Intención Pura” que transforma la vida.

Mi historia de cómo logré ser libre.

Hace muchos años, surgió todo el odio que le tenía a mi padre.  Fue como la erupción de un volcán, una lava que me quemaba por dentro.  Solo verlo me hacía desear golpearlo hasta matarlo, así de fuerte era mi herida.

Porque eso era en realidad: una herida de la niñez, cuando él se descargaba de sus inseguridades y frustraciones en mí, pegándome e insultándome.  Yo era la rebelde, la que lo enfrentaba, la que amplificaba su falta de manejo emocional.  Tuvimos una relación conflictiva y enferma durante años.

Cuando apareció esa ira, de un momento para otro, entendí que debía sanar ese vínculo.  Hice trabajos corporales, psicológicos y espirituales, que me llevaron a comprender muchos aspectos, tanto personales como familiares y generacionales. 


Perdonar (o la Intención).

Uno fue crucial: en un lugar al que fui, hicimos un Corte de Lazos Negativos (que luego utilicé con pacientes, con excelentes resultados).  Era una secuencia en la que, entre otras cosas, teníamos que pedir perdón y perdonar.  Cuando me tocó perdonar, me vinieron escenas de todos los golpes y los sentí en el cuerpo.  Me puse a llorar y no me salía hacerlo.

Entonces, decidí que, aunque mi Niña Interna no estaba preparada en ese momento, yo, desde mi Ser, tenía la Intención Pura de perdonarlo.  Era mi propósito y así estaba dispuesto.  Cuando fuera el tiempo desde mi ego, también lo sentiría.


El milagro del Ser.

A los dos días, fui a casa de mis padres y, para mi enorme sorpresa, él me recibió alegre y con un abrazo.  Yo me quedé helada, paralizada entre sus brazos, que no me habían tocado en décadas.  La intención atravesó tiempo, distancia y circunstancias, para tocar el corazón y sanar todo.

En ese momento, yo me había separado y vivía en un departamento medio vacío y dormía en un colchón en el suelo.  Cuando comenté que me dolía el cuerpo por eso, él se ofreció a comprarme la cama, el colchón, las sábanas, lo que necesitara; él, que cuidaba el dinero como un avaro.  Fuimos juntos y me dejó elegir lo que quería, parecía que éramos un padre y una hija que hubiéramos estado felices siempre.

Tanto con él como con mi madre, comprendí que YO era quien mantenía los conflictos, para victimizarmeEllos deseaban ser liberados de ese rol, para ser padres desde el amor, no desde el karma.  Y no se necesita años ni largas, elaboradas y complicadas técnicas: cuando uno comprende que es libre para vivir feliz, la Intención Pura de serlo es suficiente para disparar el proceso.

¿Deseas ser Libre?

Un tiempo después, charlando sobre la vida, él comenzó a hablar sobre cómo los padres se equivocan, porque no saben, porque fueron criados de otra forma, porque tienen dificultades que no pueden resolver, porque…  Los ojos se le llenaron de lágrimas y lo frené y le dije que lo entendía, que yo había sido una hija problemática, que estaba todo bien. 

Había esperado ese momento durante años para desquitarme y gritarle mi odio… y ahora no tenía sentido.  Cada uno es prisionero de su karma y es soberano de liberarlo también.  Obviamente, hay padres o familiares o trabajos o lo que sea que no responden a esta intención.  Cada uno tiene sus tiempos y sus procesos.  Tuve la suerte de que ellos estaban dispuestos y querían evolucionar.  No te quedes en la maraña de traumas y sentimientos pasados: sé libre hoy.

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2 comentarios

  1. ¡Qué testimonio más bello!

    Viví algo similar en mi infancia; pero con mi hermano. Vivimos muchos años en conflicto casi diario. Los dos somos líderes natos. Y defendíamos nuestras ideas con garra y valentía hasta el límite. Lo que ocasionó dejarnos de hablar por muchos años, casi 25 . Ahora, ya con cierta madurez mental, emocional y espiritual; las cosas las vemos desde una perspectiva diferente. Sin decirnos nunca físicamente “lo siento, perdóname o discùlpame”, nos reencontramos y hablamos como si siempre hubiéramos sido los mejores hermanos. A partir de este reencuentro, he comenzado a olvidar muchas situaciones que tenía ahí como “atoradas” con él. Ahora todos esa desarmonía parece haberse disuelto por arte de magia. Nuestra relación es más ligera, cordial y empática.

    1. Ya somos adultos y vivimos en otro tiempo, Denise. Abrir el corazón, comprender y estar en las posibilidades que nos brinda el presente es la mejor opción.
      Te mando un luminoso abrazo.

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