
Quizás, no te diste cuenta las veces que has dicho esta frase… y las consecuencias que acarrea.

Miro documentales y películas sobre catástrofes naturales. En una de ellas, una serie de tornados devastó pueblos enteros. La mayoría de los habitantes no tomó ninguna precaución. Cuando les preguntaron la razón, fue que escuchaban esas alertas todo el tiempo y nunca pasó nada.

Todos hacemos eso. Es la excusa del conductor ebrio, del que cruza la calle en medio del tránsito, del que pasa con una barrera baja, del que come demasiado, del que no cuida su salud, etc.

Lo que hacemos es creer que, como nunca pasó, no pasará… hasta que pasa. Y es un desastre. Y es tarde.

La otra causa es que vivimos como si fuéramos inmortales. Eso tampoco pasará. La muerte no es parte de nuestros pensamientos, así que no hay necesidad de preservarnos o al otro.

El otro extremo también es cierto: si me cuido mucho, voy a vivir para siempre. Muchos creen inconscientemente esto. Tampoco. En realidad, creo yo, tenemos un tiempo. Cuidarnos y cuidar es parte del juego. Lo necesario para disfrutar lo que hay, hasta que se acabe.