
El lunes, comenté acerca de los procesos de decisión. Uno de ellos es la intuición, tan subvalorada en esta cultura. Como tenemos a la mente como la que decide (¡terrible error!), cuando se activa, la dejamos de lado, básicamente porque no tiene “motivos”.

¿Qué significa esto? La mente nos llena de argumentos, justificaciones, ansiedades, lógicas, especulaciones y demás desarrollos inútiles, que hacen que nos sintamos correctos y fundamentados. ¿Tiene razón? Pocas veces.

En cambio, el instinto y la intuición nos respaldan o nos alertan o nos avisan, en el aquí y ahora, sin interpretar porqué. El cuerpo no tiene razonamientos, ESTÁ EN CONTACTO CON TODO Y SABE. Por ello, es tan fácil desecharlos y basarse en la mente, tan parlanchina ella…

El cuerpo habla en el instante y no repite. Si lo rechazas, perdiste. Seguramente, te acuerdas de las veces que te metiste en situaciones dañinas y que recordaste que recibiste una advertencia de que no lo hicieras… pero no escuchaste y ya era tarde. Por eso, sigue tu Autoridad Interna y fluirás hacia lo que es para ti.

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