Cuando era chica, vivía en mi imaginación, que era extraordinaria, y en la Naturaleza, que era maravillosa. El mundo común me resultaba muy agresivo, duro, cansador, banal, limitado. Eso me ayudó a transcurrir una infancia difícil y una adolescencia peor.
Me tomó mucho tiempo enraizarme en esta realidad y bajar mis sueños. Estaba bastante afuera del cuerpo y estudiar Terapia de Integración Cuerpo-Mente fue crucial para entrar y estar en esta dimensión (además de encontrar mi vocación). Este mundo es un desafío para mí por muchas razones pero resulta que solo estando en conexión con el cuerpo y la Tierra es que somos realmente espirituales.
Dado que estamos espiritualizando la materia y asistiendo al planeta en su propia evolución, esta integración es fundamental. Movernos entre dimensiones es cada vez más normal, pero siempre con los pies en esta preciosa Tierra.