A medida que pasa el tiempo, se hace más evidente cuánto influyó la pandemia en la humanidad, en cada uno de nosotros, de maneras sutiles e insidiosas. Se está estudiando este fenómeno desde muchos ángulos, pero me gustaría reflexionar aquí algunos para que te preguntes cómo te afectó a ti.
Uno muy claro es en la salud mental. Como escribí hace un tiempo, se relaciona este término con patologías severas, pero no se trata de eso. Así como nos preocupamos de la salud física y vamos al médico para saber qué tenemos y cómo solucionarlo, no sucede lo mismo con la mental.
La fragilidad humana.
Muchas afecciones se dispararon o ampliaron en esos tiempos de encierro: la ansiedad, la depresión, los ataques de pánico, el estrés constante, los trastornos obsesivo-compulsivos, los miedos irracionales, la soledad, etc.
Afectó bastante a niños, adolescentes y adultos mayores. A los primeros, porque estaban en etapas de desarrollo y sociabilización, en las que necesitan a sus pares, y a los últimos porque los sumió en el temor al contacto, haciendo que algunos se quedaran encerrados o salieran poco.
A todos, nos quedó un miedo a la incertidumbre enorme. La vida es incertidumbre, pero la sociedad moderna hizo parecer que estaba dominada, que era posible hacer planes maravillosos y cumplirlos al pie de la letra.
Pues no, por más elaborados que fueran las metas y las estrategias, era claro que una eventualidad remota o impensada podía aparecer y tirarlas por la borda. Esto crea mucha ansiedad y desconfianza, y una sensación de fondo de profunda fragilidad.
Arruinó decenas de negocios y emprendimientos, así como hizo surgir otros, basados en lo virtual. Este fue otro asunto: forzó a la mayoría a aprender o a quedarse al margen de la evolución infinita de esta industria.

Encerrados, pero juntos. Lejos, pero cerca. Todo, pero nada.
Pero, también nos alejó, nos encerró en el celular o la computadora. Nos metió en un mundo absolutamente manejado por algoritmos, que buscan satisfacción inmediata y adicción al próximo post o videíto.
Paradójicamente, incrementó la insatisfacción constante. Los otros son más ricos, más hermosos, más capaces, mejores. Nunca tenemos suficientes Likes, siempre hay algo nuevo, hacia donde correr, esconderse, juntarse.
Se intensificaron los nichos de mercado, la tribu se atomizó y cada uno se reunió en pequeños grupos que piensan igual. Esto aumentó el pensamiento único, los sesgos de confirmación, las conspiraciones, la agresión, los haters, la falta de empatía, la creencia de que mi verdad es la verdad.
Si ya veníamos desde hace unas décadas poniendo el énfasis en el rendimiento, la exigencia, la productividad, el estar continuamente ocupados, la pandemia lo exageró. Antes, era más físico, ahora es físico y virtual: no hay descanso.
Una parte de la población quedó afuera, ya sea por motivos económicos, psicológicos, etarios, emocionales, etc. Miran y no llegan, entonces los excluyen o se excluyen. La droga, los robos, los ayudas sociales, las enfermedades mentales, la pobreza, y otros problemas constituyen un gran combo que deja desamparados a muchos.

¿Cómo te influyó a ti?
Seguramente, hay más cosas que nos dejó esta locura generalizada que fue la pandemia. ¿Cómo te afectó? ¿Qué cambió? ¿Qué perdiste y qué ganaste? ¿Reconstituyó tu forma de ver y vivir? ¿Para bien o para mal? ¿Qué puedes hacer?
Te dejo estas preguntas y surgirán otras. No te dejes atropellar por la rutina atrapante que propone el sistema. Reflexiona. Pregúntate quién eres y qué deseas. Con quiénes deseas compartirlo. Limpia, recorta, hazlo simple, vuelve a tu centro. Te acompaño.

Si necesitas ayuda, tienes disponible consultas y el sistema de Diseño Humano.