Desarmando el ego, vibrando el Ser (aunque sea aterrador).

Debemos encontrar qué nos hace vibrar con el Amor, porque esa es la sintonía primaria, qué nos aleja y qué nos acerca.

 

Estamos atravesando años de una enorme mutación, que no proviene de un simple deseo de cambio sino de una fuerza genética, energética y espiritual imparable.  Se impone de una forma que va más allá de lo circunstancial y que se entrama en la historia individual y ancestral con una potencia que nos deja vulnerables y desnudos ante el misterio.

 

El primero que lo siente es el ego, que se llena de ansiedades y planes para frenar la incertidumbre, pero que se ve cada vez más desbordado por lo inescrutable, por lo arcano, por lo que no puede comprender ni dominar.  A medida que nuevas informaciones, sensaciones, visiones, vivencias van surgiendo, más perdido se encuentra y más control pretende imponer, sometiéndose a más confusión y temor.

 

En un sistema que anuló la sacralidad y entronizó la materialidad, el ego se sintió omnipotente y seguro.  A medida que se va demostrando su falacia, ya no pisa terreno conocido y no sabe para dónde huir.  Es lo que sucede a nivel individual y social y no se soluciona con medidas autoritarias ni imponiendo más miedo.  El camino es interior y sagrado.

 

Todos sentimos cómo el ego se va deshilachando, cómo su trama ya no sostiene ni abriga.  Y está bien.  Por más aterrador que se sienta, es un paso necesario para dejar de vivir a través de él y sus falsos ídolos.  Entonces, se desnuda la victimización y la pobreza en la que hemos pretendido existir: “Yo no soy suficiente; yo lucho y me esfuerzo pero no puedo”.  La creencia ferviente de que somos hojas en el viento de un sistema monstruoso, cuando somos co-creadores y abundantes.

 

 

¿Qué queda cuando el ego se debilita?  La verdad.  En principio, resulta devastadora.  Todos esos sueños e ilusiones se desvanecen y muestran su inutilidad, esos planes y seguridades tan elaborados se rinden ante la realidad: no sabemos quiénes somos y hacia dónde vamos.  Nos va a llevar años responderlo.  Pero no estamos solos: el Ser finalmente puede hacerse presente, la Luz finalmente puede alumbrarnos, el Amor finalmente puede conectarnos. 

 

Somos multitud, aunque parezca solitario.  Porque Somos Todos.  En algún momento, comprenderemos que estamos vinculados como Humanidad, como Universo, como Divinidad.  Para algunos, significará buscar información sobre espiritualidad, física cuántica, salud integral, acceder a un mundo que no registraban.  Para otros, que ya la tienen, implicará ponerla en práctica; si no se experimenta, no sirve más que como escape (paradojas…).  Para otros, será expandir cada vez más lo que ya están vivenciando.

 

Para todos, es encontrar qué nos hace vibrar con el Amor, porque esa es la sintonía primaria.  Algunas cosas se sentirán que nos aleja: escuchar noticias, discutir, envidiar, juntarnos con otros para quejarnos, ver todo mal, tener perspectivas estrechas, victimizarnos, sufrir, odiar, todo lo que baje la energía y reverbere negativo en los demás.  Otras cosas se sentirán que nos acerca: reír, jugar, hacer algo creativo, rezar, meditar, caminar, escuchar música, respirar lenta y pacíficamente, estar en el aquí y ahora, agradecer, apreciar lo que somos y tenemos, disfrutar lo que hacemos, visualizar un mundo mejor, encontrar en qué somos buenos, valorar y valorarnos, alabar a alguien, mimar, todo lo que eleve la energía y refleje positivo, sereno, creativo, bello, nutritivo, amoroso. 

 

¿Cuáles son las tuyas (de un lado y del otro)?  En la medida en que te conozcas verdaderamente y ocupes tu tiempo en aprender, en expandir tus dones y cualidades, estarás colaborando con el despertar, con la espiritualización de la materia, con la mutación.  Entrega tu ego al servicio del Ser.  Te acompaño.

 

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