Un amigo me cuenta una situación complicada por la que está atravesando y sus dificultades para resolverla. En un momento, comienza a poner de excusa los traumas de su niñez, con sus padres tan llenos de enfermedades físicas y psiquiátricas. Mientras lo rememora, capto que es como un cliché, que se habituó a recurrir a eso para disculpar todo, que en muchas cosas ya no está en ese lugar pero insiste en volver ahí. Se lo hago notar y me mira sorprendido; luego, me dice que tengo razón, que siente que está cambiando pero que todavía no se ubica en ese nuevo Yo que está emergiendo, así que saca al anterior para sentirse más seguro.
Nos acostumbramos a contarnos ciertos cuentos, a sostener ciertas fachadas, a justificarnos con ciertas historias, a movernos en ciertos círculos… y se están acabando. Estamos mutando, cambiando la piel y las células, y no lo digo en el sentido figurado sino en el verdadero: trayendo nuevas funcionalidades, por lo que sentimos muchas incomodidades y síntomas para tratar de acomodarnos a esta transformación. Dolores, alergias, insomnio, enfermedades varias son las formas en que se manifiesta no solo esta adaptación sino el rechazo y la molestia asociadas.
Estamos cómodamente incómodos en lo que conocemos, en ese estereotipo en que nos convertimos, en las viejas estrategias que ya no funcionan, en insistir en recrear modelos y actitudes que dejaron de ser viables hace mucho. No contentos con eso, recurrimos a historias familiares sufridas, a conspiraciones varias en todas las dimensiones, a cuentos intrincados en los que seguimos siendo las víctimas y debemos convertirnos en héroes, etc. Podríamos invertir esa energía en atrevernos a conocernos realmente, en explorar otras maneras de ser, actuar, relacionarnos, trabajar, sanar, vivir, morir, trascender…
Así como nuestro cuerpo está mutando, dejando atrás las viejas células, nuestros pensamientos, emociones, recuerdos, actos, se están desvaneciendo en el pasado. Insistir en recordar lo que ya no sirve es inútil y dañino. Es más, el pasado mismo debe partir definitivamente. La mente no nos puede ayudar porque nunca fue su trabajo y la práctica adquirida solo resulta si está adaptada a lo nuevo. Llenarnos de temores, negar el enorme abanico de la dualidad que somos, juntarnos con otros para victimizarnos, sostener una falsa positividad, dejarnos llevar por el ego espiritualizado, nada de eso funciona. Entonces, ¿qué nos queda?
Rendir el Ego al Ser. Resulta fácil escribirlo pero es EL proceso por el que estamos atravesando y está repleto de experiencias de toda clase y colores, oscuras y luminosas, resistentes y fluidas, complicadas y sencillas, sufridas y encantadoras. Pero, no es necesario que sea así todo el tiempo. La conciencia en el aquí y ahora nos facilita la transformación de sacar a la mente de la ecuación y poner al amor en el centro, dejando los cuentos tanto materiales como espirituales que nos duermen.
La evolución es amar y vivir en libertad y bienestar. Deja los estereotipos y abre los brazos al nuevo Ser que está fundándose. Es creativo y amoroso, es emocionalmente estable y mentalmente desapegado, es sano y gozoso, es lo que quieras desarrollar, es lo que viniste a desplegar, es lo que ya eres potencialmente y lo que serás inimaginablemente. Es más allá de lo que conocemos. ERES TÚ.