
El lunes, conté mi historia acerca de encontrar mi valor, sobre todo en el trabajo. Todos debemos hacer ese trabajo interno, para que luego se concrete en el exterior, pero también debemos abandonar lugares en los que no tenemos que estar.

A fuerza de no conocer quiénes somos y cómo habitarnos, nos resulta más fácil irrumpir en espacios ajenos. Entonces, hacemos cosas que le corresponden a otros, estamos dispuestos a cualquier sacrificio, nos dejamos pasar por encima, no reclamamos lo que nos concierne, andamos de “ambulancias” por doquier.

Lo que pasa es que somos buenos… O así queremos que nos vean, para compensar la falta de espacio propio, de autoestima, de valoración. Así que, no solo se trata de ocupar nuestro lugar, sino también de salir del de los demás. Si lo hiciéramos, el otro se ocuparía del propio y todo el mundo contento (después del shock inicial).