Cómo avanzar y lograr la meta, manejando las expectativas

Estamos desmontando el ego, liberando karma, y todo lo que se nos presenta tiene que ver con ello.  En lugar de aceptarlo como una oportunidad de soltar aspectos, circunstancias, personas que ya no vibran con nuestro ser, el ego reactivo batalla y sufre.

 
Voy en el ascensor y “creo” que llegamos a mi piso pero no, es el siguiente; no obstante, mi cuerpo se predispuso para la parada y recibo una oleada de algo raro, como adrenalina, excitación, subidón de energía, me cuesta describirlo.  ¿Te pasó alguna vez?  Me hace acordar a las veces que nos hacemos fantasías acerca de alguna situación y resulta que no sucede eso o directamente no pasa nada.  Nos preparamos física y mentalmente para lo peor y todo queda en suspenso hasta que la ola rompe y terminamos revolcados no por lo que ocurre sino por nuestra propia expectativa.
 
Manejar las expectativas es una de las cosas más difíciles.  Generamos enormes cantidades de energía pensando, sintiendo, planeando, alistándonos y habitualmente los resultados no corresponden a tantas proyecciones.  Y luego debemos lidiar con la frustración, el enojo, la tristeza, la desilusión.  Y de eso se trata: de la pérdida de una ilusión que generalmente no estaba asentada en la realidad.
 
Muchas de esas expectativas tienen su origen en el deseo de obtener el cariño, el reconocimiento, la atención, el apoyo, la aprobación de nuestros padres.  Cuanto más estrictos o lejanos hayan sido, más grande la idealización que creamos para conquistarlos.  Esa imagen embellecida y sublimada sobrevive la infancia y se agiganta con el tiempo, abarcando lo que nos sucede como adultos: “todos deben reconocerme y amarme; debo ser perfecto; no me puedo equivocar; tengo que tener dinero (o lo que sea); tengo que ser exitoso; tengo que…”.
 
¿Cómo solucionarlo?   Es necesario observar nuestros pensamientos.  Ellos nos dan la clave de cuáles son los parámetros idealizados en que basamos nuestra autoestima y valoración.  Reconociendo la invalidez de las expectativas, podemos crear nuevos objetivos que estén en consonancia con quien somos y deseamos HOY.  Es necesario hacer el duelo de los años que nos hemos dañado seriamente al forzarnos a ser distintos, especiales, los niños perfectos de mamá y papá.
 

 
El otro tema es que no vivimos en el aquí y ahora.  Vivimos en la mente, entre el pasado y el futuro, llevados por esas expectativas y reaccionamos enojándonos, estresándonos, luchando contra lo que ES.  Esto está pasando bastante desde hace un tiempo.  Estamos desmontando el ego, liberando karma, y todo lo que se nos presenta tiene que ver con ello.  En lugar de aceptarlo como una oportunidad de soltar aspectos, circunstancias, personas que ya no vibran con nuestro ser, el ego reactivo batalla y sufre.
 
No se trata de destruir al ego sino de reeducarlo, lo que significa reeducar la mente y vivir en el cuerpo.  Hay una gran resistencia a aceptar lo físico, lo material; para muchos sigue siendo, inconscientemente, el demonio, lo malo (como en los antiguos tiempos) y lo invisible, lo espiritual es lo bueno.  No existe esa dualidad: todo es Dios/Diosa.  Cualquier cosa es parte del Todo, pero esa es una cuestión para otro artículo, porque también estamos despertando a una concepción de Unidad que al ego lo sobrepasa.
 
Entonces, es difícil no tener expectativas pero, al vivir en el aquí y ahora, vamos sosteniendo el proceso, dándole la importancia que tiene, aprendiendo, disfrutando cada paso con sensibilidad e intuición, siendo  perceptivos a las energías que se despliegan en cada momento, respondiendo a los múltiples cambios y movimientos.  Demos el paso inicial y sigamos, permitiendo que el sendero se manifieste con cada pisada.  Así, somos el caminante y el camino.

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