
El lunes, comenté acerca de las idealizaciones. Todos vivimos enganchados de las redes sociales, en las cuales muchas personas (y emprendedores en particular) se muestran carismáticos, hermosos, sociables, divertidos, prósperos, y con una serie de cualidades… que no poseemos…

Antes, esos modelos idealizados eran los artistas y los deportistas. Ahora, además de ellos, están los influencers de distintas clases. Inconscientemente, nos comparamos y salimos perdiendo.

Esto crea bastante frustración con la “pobre” vida que tenemos también. Hasta que muchas de esas estrellas terminan confesando que están enfermos, con problemas mentales y adictivos, quemados, pasados por encima por la parafernalia que crearon.

De alguna manera, creemos que lo hacen solos o casi solos, pero resulta que tienen una gran cantidad de personas detrás (que implican enormes gastos), que su trabajo les lleva muchísimo tiempo (que se resta a su vida personal), que esa exposición los lleva a límites extremos (que resultan en enfermedades de todo tipo), que ponen el foco más en los haters que en los seguidores (que los estresa y los desvaloriza).

Es necesario reconocer la realidad de lo que nos venden, porque nos influye y nos frustra. Esos modelos irreales, tanto en belleza como en dinero o en capacidades, se transforman en metas inconscientes que el sistema usa a su favor. También, reconocer NUESTRAS cualidades, posibilidades y circunstancias nos permite ampliarlas y disfrutarlas sanamente.

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