Seguramente, has escuchado este constante martilleo, y también te has preguntado cómo hacerlo. Una paciente me pregunta si ir a un masajista o hacer alguna actividad física le ayuda. En principio, ninguna cosa en la que no esté presente la CONCIENCIA servirá. Es un gran error creer que sucederá porque se “mueve” el cuerpo (con gimnasia, deportes, danza, etc.) o porque alguien le hace algo a uno (técnicas corporales o energéticas de cualquier clase). He conocido bailarines, profesores de yoga, reikistas, que siguen sin estar del todo en este plano, a pesar de sus actividades. Lo que se haga tiene que ser integrado a la vida cotidiana, siempre.
Estamos en una dimensión material; eso quiere decir que lo espiritual está mediado por ella. El cuerpo no es una simple máquina que trabaja para lo mental (como la mayoría lo vive) ni un mero mecanismo animal (por lo que asimilarlo a comportamientos animales es equivocado). Es un sistema perfecto, que simboliza los altos conceptos de lo espiritual en cada parte y nos advierte de nuestras faltas de armonía en cada síntoma y enfermedad. Lo visible es una metáfora de lo invisible. Si no comprendemos esta alegoría, continuaremos buscando las causas afuera y queriendo sanarlas con pastillas y técnicas en las que no participamos lúcidamente.
Entonces, ¿qué puedes hacer? Recurre a lo simple: concientiza tu respiración, tu cuerpo, tu energía, en ESTE momento. Si vas a una clase o a un curso una vez cada tanto y no lo aplicas en tu vida cotidiana, no pasará demasiado. Es una información más (como leer un libro). Está en tu mente, no en tu cuerpo, no es real. Aquí una pequeña práctica:
¿Puedes percibir cómo está tu respiración ahora, mientras lees esto? ¿Registras cómo tu cuerpo está sostenido por la silla, en qué lugares, dónde estás tensionado, si te duele alguna parte, si tienes calor o frío? ¿Qué puedes hacer para ponerte cómodo? ¿Sientes alguna emoción? ¿Adónde, en tu pecho, en tu plexo, en la panza? ¿Sabes cómo reconocerla, qué te quiere decir, cómo transmutarla?
¿Ves el mundo como algo objetivo, en el que no tienes injerencia? ¿Consideras tu vida el resultado de tu infancia, la culpa de tus padres y la sociedad, una condena, una experiencia azarosa, en la que tu participación es mínima? ¿Observas los cambios como peligros a tu status quo, a lo que tanto te costó lograr, pero no puedes frenarlos (y quizás no quieras)? ¿Has leído que el mundo es el escenario externo de tu escenario interno? ¿Lo puedes considerar ya, en algún aspecto de tu vida? Cierra los ojos y date cuenta. ¿Qué dice de ti? Si no te gusta lo que ves, ¿qué cambios necesitarías hacer para permitir emerger el potencial de resolución y sanación?
¿Has comenzado a tomar conciencia de sensaciones raras, de intuiciones repentinas, de sincronías imposibles, de deseos de “algo más” que no sabes muy bien de qué se trata, de información o personas con conocimientos nuevos? ¿Qué significan para ti? ¿Te dan miedo, dudas, frustración? ¿Te atraen, te vivifican? ¿Con qué te conectan? Siéntelo. ¿Necesitas ayuda para aplicarlos? ¿La buscas?
Mientras hacías esto, ¿perdiste la percepción de tu cuerpo o te ayudaste de él para ir más profundamente? Vuelve a él. ¿Cómo estás ahora? ¿Tomas nota de tu entorno, de los estímulos externos? ¿Sonidos, olores, temperaturas, texturas? ¿Es más amigable? ¿Puedes contactarte con él, desde un sentido de unidad? Respira y siente el aire como el portador de la Energía Universal que te conecta con Todo Lo Que Es. Entra a tu cuerpo, lo expande, lo conecta, lo ilumina. Sale y te relajas, te integras, iluminas. Eres un Cuerpo de Conciencia: cuerpo, mente, alma, todo.