
Siempre, me llamó la atención cómo solemos “enamorarnos” de alguien, así como “odiar” a otro, por algo en particular, sin mayor sustento, sin ver la totalidad.

En psicología, esto se llama Efecto Halo y es un sesgo cognitivo que se produce cuando una primera impresión positiva o negativa de una persona o cosa influye en la evaluación de otras características.


Por ejemplo, si alguien nos parece simpático, podemos pensar que también es bueno o inteligente. O si consideramos que alguien es cerrado o tímido, que además es encubridor o tonto.

Tendemos a quedarnos con las primeras impresiones y no cambiarlas, a pesar de que la realidad nos muestre otra cosa… o hasta que es tan evidente que nos “sorprendemos” de lo que sucede.

No me pasa tanto, porque, como Proyectora, observo todo, lo bueno y lo malo, lo que está y lo potencial. Esto es extraño para muchos, porque creen que, como les digo lo “negativo”, no los quiero o los minimizo.

Es todo lo contrario, los estimo en sus luces y sus sombras, plenamente. No significa que desee estar con todos, porque soy selectiva (debo serlo), sino que la experiencia humana me parece fascinante en su arco completo.

Comienza a apreciar a los demás desde esta perspectiva, y notarás que tu conocimiento se expande. Sobre todo, hazlo contigo mismo: eres una totalidad.
