
¿Te diste cuenta cómo te dañas, humillas, recriminas, niegas, justificas, peleas, y demás linduras?

Es una vida de decirnos cosas horribles y de maltratarnos con conductas perjudiciales, en distintos aspectos: la alimentación, el físico, el descanso, las malas compañías, el estar detrás de cada problema (de los otros), sin tomarnos en cuenta casi nunca.

Una forma de comenzar a valorarnos y tratarnos mejor es hablarnos como si fuéramos un niño. Si tienes niños, supongo que no te la pasas maldiciéndolo o diciéndole que es un idiota o pegándole o dejándolo sin comer.

Quiero creer que entiendes que está en un proceso de crecimiento y aprendizaje y lo vas guiando enseñándole la mejor manera, alabándolo cuando lo logra y consolándolo cuando no, con palabras amables y comportamientos empáticos.

Tengas o no un niño, TU NIÑO INTERIOR está esperando eso de ti. Entonces, deja de herirlo y enséñale nuevos recursos, estrategias, posibilidades, con cordialidad y paciencia. Está deseando aprender eso. Sé el Padre o la Madre que aguarda desde siempre.